Corría agosto de 2001 cuando Gustavo Cerati dio un paso tan impensado como alucinante en su carrera al editar 11 episodios sinfónicos. Este disco, grabado en el Teatro Avenida de Buenos Aires, reinventó con lenguaje orquestal los clásicos más importantes tanto de Soda Stereo como de su faceta en solitario y funcionó para develar ante sus fans un costado desconocido. Decidido a continuar explorando en nuevos terrenos, en noviembre, publicó + Bien, LP totalmente instrumental compuesto para la banda de sonido de la película homónima dirigida por su amigo y cineasta chileno Eduardo Capilla. Y, como si esto fuera poco, se animó a incursionar en la actuación. Sin intenciones de sacar el pie del acelerador, en paralelo, se propuso saltar hacia el otro extremo del espectro musical, aquel en el que ya sabía moverse con soltura gracias a la impronta de trabajos como el sodero Dynamo y Colores santos, firmado junto a Daniel Melero: la electrónica, condimentada por un combo infalible de pop, funk, hip hop y rock. Los Estudios Del Cielito Records fueron una suerte de hogar para Gustavo y su equipo -conformado por Flavio Etcheto en laptop, trompeta, guitarra y sampler; Leandro Fresco a cargo de sintetizadores, sampler, rhodes, percusión y de los coros; Fernando Nalé al frente del bajo y contrabajo; Pedro Moscuzza en batería y percusión y Javier Zuker en scratches y loops- desde septiembre de 2000 hasta diciembre de 2001, largo periodo de grabación acorde al tamaño de un tracklist formado por diecisiete temas y que le dio vida a su tercer álbum de estudio. Así fue como Siempre es hoy irrumpió en el mercado el 26 de noviembre de 2002.
Cosas imposibles fue el encargado de calentar los oídos poco más de un mes antes del lanzamiento de la placa. Con su título encerrado en el estribillo cuan declaración de principios, Gustavo le regalaba al rock latinoamericano una de sus canciones infaltables. El videoclip -dirigido por Diego Kaplan y Juan Antín- también logró ganarse una identidad propia. Un grupo de bebés de juguete siguiendo la coreografía que Cerati -con guitarra en mano- monta del otro lado del vidrio de la nursery, construye la metáfora perfecta para representar el nombre del single.
La difusión de Karaoke se hizo desear, pero, ni bien comenzó a sonar en las radios en enero de 2003, plantó bandera inmediatamente. Su coqueteo con el groovy le dio al verano porteño un soundtrack fresco y pegadizo, complementado con un video -ideado bajo el lente de Sebastián Sánchez- fiel a aquellos tiempos, parodia de los tempranos 2000 y el boom de los reality shows.
Artefacto y su pulso techno acapararon la atención en marzo. La letra, que narra una historia de seducción mediatizada por la tecnología, es otro guiño de Cerati hacia aquella sociedad atravesada por el poder de las máquinas, con las que él mismo se alió para crear la música de este LP. “Mundos imaginarios están flotando en el aire, pasan por nuestros cuerpos ecos de mil radares”, canta en el clip grabado en un concierto que captura un idéntico nivel de intensidad, incondicionalidad y entrega tanto arriba como abajo del escenario.
Si bien la placa cobró personalidad gracias a estos tres potentes cortes de difusión, Vivo y Sudestada contaron con un invitado estelar. Tal como relata Leandro Fresco en el documental que se estrenó recientemente con motivo de este aniversario, en el estudio había un cartel que ordenaba: “Prohibido tocar el piano a menos que seas Charly García”. Un poco apelando al humor y otro poco como cumplimiento de este mandato, las virtuosas manos del ícono del rock nacional no tuvieron otra alternativa que dejar su inconfundible huella en estas dos joyas.
Más allá de que Gustavo expresó en una entrevista que, en comparación con Bocanada, “las letras son más confesionales, inmediatas, escritas como cartas, como diciéndole algo a alguien”, también se ocupó de aclarar que las mismas no reflejaban el momento personal que estaba atravesando respecto de su reciente separación de Cecilia Amenábar y su incipiente relación con Deborah de Corral, quien participa en Casa, Torre de marfil y Altar. “Las canciones son espacios de fantasía, imaginación, descarne, catarsis, y lo que sea”, fue su exquisita forma de confirmar el lugar activo que le da al oyente, quien termina de unir las piezas para armar el sentido del mensaje.
La tapa del álbum suma otro ingrediente fundamental que hace al todo de este material. Diego Gravinese fue el artista plástico encargado de plasmar en un lienzo de 1.5 m x 1.5 m el deseo de Gustavo de escaparle al diseño de portada tradicional y de que la porción de su rostro coloreado por óleos en tonos suaves sea una invitación tentadora a conocer el resto de la pintura desplegada en un booklet que, además, puede usarse como poster.
Siempre es hoy es un disco que llegó para ofrecer un universo sonoro en el que tanto la crítica como los seguidores tardaron en aprender a navegar. Sus setenta minutos impregnados de vanguardismo resultaron lo suficientemente movilizantes como para aceptar el desafío de encontrarse con un Cerati distinto, entregado de lleno a la experimentación, pero con su esencia intacta volcada en un puñado de canciones que transcurren a través de los múltiples matices de su voz. A pesar de que la frase elegida por Gustavo para llamar a su obra viene a derribar el mito de que la infinitud es un concepto posible, las canciones que le dan cuerpo no hacen más que contradecirlo, ya que ellas mismas son sinónimo de eternidad.