Seguinos en

Especiales

40 años de «Bohemian Rhapsody»

Publicado

el

¿Acerca de cuántas canciones uno puede decir que recuerda dónde o con quién o en qué situación se encontraba cuando la escucha por primera vez?
¿Cuántas pueden sorprender una y otra vez y otra vez, casi cada vez que son reproducidas?
¿Cuántas pueden hacer levantar la mirada o la atención cuando uno está distraído y de repente suena algo que te despabila como si estacionara un OVNI a tu lado?
¿Cuántas de ellas pueden ser diseccionadas hasta el hartazgo y aún así, seguir excitando?
¿Cuántas pueden bordear desvergonzadamente el ridículo, lo pomposo, lo kitsch, lo estrafalario y aún así, hacernos mover la cabeza en descreimiento ante lo que claramente es una genialidad, quizás irrepetible?
¿Y cuántas canciones pueden ser algo así como un perfecto clon musical de su creador?
La respuesta a todas estas preguntas es «Bohemian Rhapsody», y no muchas más.
Compuesta por Freddie Mercury e incluida por Queen  para dar cierre oficial al álbum de 1975 A Night At The Opera – el cierre formal es un extracto breve y pseudo-solemente de God Save The Queen-, y lanzada como single en más de una oportunidad hasta transformarse en uno de los sencillos más vendidos de la historia del Reino Unido, el tema es un reflejo fiel de lo que era su compositor: pomposo, genial, extravagante, inolvidable.
Inusual en serio –aún comparada con otras grandes canciones de esa época dorada cuando las bandas y el público se permitían no caer en la simpleza demasiado rápido- «Rhapsody» es una construcción casi arquitectónica armada con una intro, una balada, un solo de guitarra, un paseo operístico que hace que el tema se vuelva famoso y se transforme en Patrimonio de la Humanidad, seguido por una explosión hard rock y un cierre sutil que aún así se estrella contra un gong, todo ello condensado en casi seis minutos de viaje durante los cuales el personaje de la canción mata a una persona, vende su alma al diablo y luego pide por Dios. O como alguna vez alguien citó al propio Mercury: “la letra es algo sin sentido medio al voleo pero que rima”
Aún dentro de un álbum espectacular –en todo el sentido de la palabra- y además teniendo otro inmenso paseo operístico previo apenas cuatro temas antes gracias a la también impactante «The Prophet’s Song» -compuesta por Brian May-, La Rapsodia De Mercury es algo que de tan llamativo es casi físico, como un dibujo en sonidos que uno puede palpar, además de ser un clásico casi inverosímil e instantáneo.
Bohemian Rhapsody se destacaba aún dentro de esa primera mitad de los gloriosos años 70, cuando las bandas competían a ver a quién le quedaba mejor el rótulo de “Genios”, cuando no había temores de experimentar, esa época durante la cual las discográficas todavía eran seducidas más por el vuelo de sus artistas que por el conteo de sus cajas registradoras.
Hoy, 31 de octubre de 2015, se cumplen 40 años de su lanzamiento como simple. Algunos dicen que para el hombre, cumplir 40 es una bisagra hasta deprimente. En este caso, uno que los cumpliera, bien podría poner una vez más esos delirantes y maravillosos Figaró Figaró y Mamma Mia Mamma Mia, para enseguida despertar una nueva sonrisa.
Qué los cumplas feliz.

Ad Banner 300 x 250