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The Beatles: Medio siglo de «Rubber Soul»

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El 3 de diciembre de 1965, justo a tiempo para el mercado de las fiestas navideñas, aparecía el sexto álbum de estudio de The Beatles. Y ya desde la llamativa portada, -que por primera vez no incluía el nombre de la banda-, y con una foto de los Fab tomada desde abajo en la que resaltaba el “peinado Beatle” de forma notable, se apreciaba que no iba a ser un disco más.
Con el tiempo como aliado, algunos lo consideraron -extrañamente- junto a Revolver (1966), como un álbum de “transición” hacia la cumbre psicodélica de Sgt. Pepper (1967). Y menciono la extrañeza porque Rubber Soul es, como muchos de los álbumes de la Banda de Casi Todos, un soberbio compendio de canciones eternas y de una versatilidad inmejorable: es un disco demasiado importante como para pretender que es una mera transición, sino que es un paso más de cuatro flacos que se la pasaban estirando los límites de la música popular desde lo musical, pero también desde lo visual. Es un paso más hacia el momento en que el Rock iba a comenzar a, finalmente, ser considerado Arte. Pero además, si nos ponemos en “transitivos”, los Beatles se la pasaron transitando, porque cada álbum era un avance hacia algo superior. Por lo cual, Rubber Soul es, más que un medio hacia Pepper, apenas otra obra maestra dentro de su catálogo.
El título del disco, en castellano Alma de Goma, está inspirado en un juego de palabras de Macca (escuchar como prueba el final de la versión de «I’m Down», aparecida en la Anthology 2: plastic soul, man, plastic soul…”). Era pleno 1965 y si bien en este disco los mejores temas de Lennon iban a sobresalir levemente por sobre los mejores de McCartney, éste comenzaba una etapa de creación casi inigualable desde sus composiciones, pero también desde varias ideas creativas que iban a cimentar aún más su posicionamiento dentro del grupo, de la mano de su espíritu vanguardista, que fue tomando forma hasta hacer eclosión en 1967.
Entonces, mientras el tándem Lennon-McCartney se afianzaba minuto a minuto como compositores, empezaba a agarrar impulso George Harrison: «Think For Yourself» -con dos líneas de bajo a falta de una- y la canchera, excelente «If I Needed Someone», son las dos canciones aportadas por el querido Jorgito para el disco.
La enorme variedad no cercenaba la calidad, y parecía que John, Paul, George y Ringo podían grabar de todo y en todos los formatos, y casi sin errar, porque más allá de la flojísima «What Goes On» – de lo peor de la carrera del grupo, con Ringo en voz y un extraño crédito compartido con John y Paul-, el álbum es admirado por la cantidad de grandes canciones y diferentes estilos entre sí. El LP incluye baladas afrancesadas como «Michelle»; el habitual energético inicio de álbum con» Drive My Car», enormes y maravillosas introspecciones como «In My Life» y «Nowhere Man», el símil funk de la positiva «The Word», la no tan reconocida pero brillante «You Won’t See Me», en la que Paul seguía dando indicios de que su relación con su novia, la actriz Jane Asher ya no era lo que solía ser.
También la liberación social y sexual de la que podían (y solían) aprovecharse, se veían representadas en el disco gracias a guiños divertidos dentro de algunos temas. Como en la pícara «Girl», de John, donde los coros de Harrison y McCartney escondían a la vista de todos la palabra “teta” («tit-tit-tit-tit«). O el himno a la trampa, de Lennon, con un affaire ilegal y secreto narrado oblicuamente en «Norwegian Wood (This Bird Has Flown)», que poseía la confirmación de que el cuarteto no se iba a contentar con sus meros instrumentos de “rock eléctrico” sino que empezaban a experimentar fuerte: la cítara de Harrison aparecería como pivot del track, tras sus lecciones del famoso instrumento indio con el gran Ravi Shankar.
Como siempre con The Beatles, en Rubber Soul había para todo el mundo. Y cuánto le deben tantos músicos a un disco abre mentes como éste.

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