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Green Day en Vélez: punk, diversión y clásicos vibrantes

En su cuarta visita al país, la banda tocó ante 30.000 personas

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Luego de cinco años desde su última presentación en el Estadio Vélez Sarsfield allá por noviembre de 2017, este 11 de septiembre, Green Day volvió a aterrizar en el club de Liniers para reencontrarse cara a cara con uno de sus públicos favoritos. Con su energía avasallante intacta, el trío cautivó gracias a un setlist enfocado en sus grandes canciones.

Bastardos del Under fueron los encargados de abrir el juego pasadas las seis de la tarde. Los chicos sub 20 oriundos de Moreno se ganaron su lugar como teloneros de una forma tan simple como espectacular: al ver que la campaña iniciada en Twitter para ser la banda soporte de sus referentes no daba resultado, le enviaron un mensaje a Billie Joe Armstrong. Él no sólo respondió, sino que quedó encantado con el material de los jóvenes y, además de compartirlo en su cuenta personal de Instagram, no dudó en convocarlos a ser parte del show. Así, dieron el salto más grande en su incipiente carrera y, más importante aún, cumplieron un sueño, tal como ellos mismos repitieron incansablemente frente al micrófono.

De todas maneras, el invitado estelar plantó bandera a las 19.15 horas. Billy Idol hizo gala de sus dotes de rockstar forjados desde los 70 poniéndole voz y cuerpo a joyas atemporales como Dancing with myself, Flesh for fantasy, Eyes without a face y Rebel yell y a sus flamantes temas Bitter taste y Runnin’ from the ghost para ser la antesala perfecta del concierto central de la velada.

Cuando el reloj señaló las 21, Bohemian rhapsody seguida por Blitzkrieg bop -himnos de Queen y Ramones, respectivamente- hicieron estallar tanto los parlantes como la adrenalina de los fanáticos quienes, arengados por el conejo Drunk Bunny -mascota de Green Day- y conocedores del ritual de la agrupación para arrancar sus recitales, inauguraron un pogo que no bajaría su intensidad. Finalizada esta previa intensificada por imágenes en las pantallas, los californianos aparecieron en escena para enloquecer a la multitud respaldados por la dupla explosiva de su séptimo LP American idiot con su homónima y Holiday. Sin respiro, empezó a sonar Know your enemy con los coros de una fan que, aunque no obedeció la orden de Billie de saltar hacia el campo cuan rockera experimentada, se llevó algunos abrazos de su ídolo. La euforia se transformó en un coreo masivo con los primeros acordes de la infaltable Boulevard of broken dreams, pero la temperatura volvió a aumentar de la mano de Longview, Welcome to paradise y Hitchin’ a ride, esta última con un tributo a Iron man de Black Sabbath incluido.

Armstrong y compañía reafirmaron la promesa de ofrecer una noche a puras cuerdas descosidas trayendo a Kiss a ese aquí y ahora al tocar su Rock and roll all nite. Brain stew y St. Jimmy coronaron aquel momento efervescente para darle entrada al costado más pop de Green Day al ritmo de When I come around, Waiting, 21 guns y Minority, hits que demostraron, una vez más, no tener fecha de vencimiento. Valentín -otro fiel seguidor- se robó el protagonismo cuando, seleccionado por el frontman, subió al escenario para formar un dúo con él al cantar y tocar la guitarra en Knowledge, cover de Operation Ivy. Como si esto fuera poco, en su cara se dibujó una sonrisa enorme cuando Billie le dijo “You can keep the guitar!” Con la euforia en su punto justo, todo estaba dado para que las esperadas Basket case y She emprendieran un viaje directo a Dookie, el aclamado tercer álbum de estudio del grupo. King for a day aportó su espíritu festivo coloreado por cotillón y endulzado por el saxo icónico de Careless whisper -tema legendario de Wham!- para, luego, amalgamarse con una versión propia de Shout, single de The Isley Brothers.

La necesidad de tomarse un descanso y de bajar las revoluciones creó el clima ideal para que Wake me up when September ends y su estribillo magnético fuera entonado por todo Vélez. Pero Green Day tuvo una chance más de demostrar que por sus venas corre aquella fuerza punk primigenia dejando el alma en Jesus of suburbia durante casi doce poderosos minutos en los que Armstrong lució una campera con la inscripción “1972” en su espalda, en alusión al nombre del próximo disco que será lanzado en 2023. Después de que el trío abandonara las tablas envuelto en los gritos de un estadio sold out, el vocalista no tardó en regresar para hacer a un lado su arrollador rol de showman y ponerse introspectivo con la guitarra acústica a cuestas y su voz entregada a la emotiva Good riddance (Time of your life).

Tras dos horas desbordadas por este infalible cancionero avivado al calor de fuegos artificiales, llamaradas y explosiones, Billie Joe Armstrong, Mike Dirnt y Tré Cool -complementados por Jason White en guitarra y Jason Freese en saxofón y teclados- renovaron, una vez más, su posición privilegiada como una de las grandes bandas estadounidenses que no sólo ha marcado una época, sino que es indispensable en las playlists de las nuevas generaciones.