Seguinos en

En Vivo

Coldplay en River: un cielo lleno de estrellas

La banda hizo vibrar a más de 60.000 personas en el tercero de los diez conciertos que dará en el estadio

Publicado

el

Allá por el nacimiento del nuevo milenio, cuando el mundo conocía a Coldplay en la voz de un tímido Chris Martin que cantaba “Mira las estrellas, mira cómo brillan por ti”, nadie nunca hubiera imaginado que los británicos tomarían esta icónica línea para impulsarse a crear, veintidós años después, su propia galaxia. El Music of the spheres world Tour es la prueba contundente de dicho logro. Este 28 de octubre, en su quinta visita a la Argentina, la banda brindó el tercero de los diez shows que tiene pautados en el Estadio River Plate en el marco de un récord absoluto y con el plus de ser transmitido en salas de cine a nivel global.

La gira ecológicamente sustentable con la que el grupo desembarcó en Argentina fue la excusa perfecta para aportar diversión a la jornada ya que los fans fueron convocados a saltar sobre una plataforma cinética y a pedalear con el objeto de generar energía renovable. La previa se completó con Zoe Gotusso que, para ir acostumbrando los oídos de esa multitud que llenaba el lugar minuto a minuto, acercó desde Córdoba sus melodías chill out, entre las que sonaron Desnuda, María y Ganas. Más tarde fue el turno de H.E.R. y su girl power demostrado en canciones como I can have it all y Slide y en sus propias versiones de Are you gonna go my way? de Lenny Kravitz y del mush up entre las legendarias I love rock and roll, We will rock you y Glory.

A las 21.15 puntual, Coldplay inició su vuelta por el universo. Higher power fue la encargada de musicalizar la entrada triunfal de Martin y compañía que, desplazándose entre el escenario principal y la pasarela -A y B-Stage, respectivamente-, fueron recibidos por un Monumental atravesado tanto por los gritos de los fanáticos como por las luces disparadas desde sus muñecas. Sin pausa, Adventure of a lifetime y Paradise -coreadas y pogueadas en igual medida-llegaron para confirmar que, durante las próximas dos horas, se viviría una fiesta absoluta. Sin embargo, semejante celebración también merecía un momento introspectivo: al sonar la inconfundible intro de The scientist la euforia se transformó en calma. Chris se ubicó, nuevamente, en el A-stage de frente a un público que cantó a la par de él con la emoción a flor de piel como aquel primer día en el que uno de los grandes hits del siglo XXI irrumpió en las radios. La banda volvió al pasillo central para ponerle voz a la canción más tarareada masivamente antes de que empezara el show. Viva la vida demostró su título de himno respaldada por un estadio que pronunció con devoción cada una de las palabras de la letra. Inmediatamente, Hymn for the weekend apareció como el soundtrack perfecto de un viernes a la noche que aún prometía muchos más momentos impactantes coloreados por infinitos papelitos -que tomaban forma de corazones o estrellas, según la ocasión- y fuegos artificiales espectaculares. Por su parte, Let somebody go -la gran balada del último trabajo de los ingleses en colaboración con Selena Gomez- la tuvo a H.E.R. compartiendo micrófono con Chris y demostrando sus dotes de guitarrista.

Si bien está claro que Coldplay tiene ganado al público argentino, De música ligera reapareció como el gesto impecable para honrar nuestra música y así volver a inyectar de pasión rockera a aquel recinto en el cual este enorme clásico supo quedar inmortalizado. El tono de las luces emanadas desde las infinitas pulseras anticipó el camino sin escalas hacia otra joya eterna. Yellow ofreció cuatro minutos y medio a puras chispas amarillas y en los que distintas generaciones de admiradores forjaron su punto de encuentro. Human heart -a dúo con Angel Moon, líder de la banda de marionetas The Weirdos que participa en Music of the spheres– y la futurista People of the pride fueron el regreso a los sonidos más recientes del grupo. Pero la máquina del tiempo volvió a encenderse para detener la marcha en la inoxidable Clocks y para recordar, con los destellos verdes que atravesaban todo River, su icónico videoclip. La instrumental Infinity sign tendió el puente hacia el bloque electrónico de la velada con sede en el B-Stage a cargo de Something just like this -track compuesto con The Chainsmokers- y Midnight, con su sutileza mutada en pura vibra bailable y cascos extravagantes incluidos. My universe –single firmado con BTS que se convirtió en un éxito arrollador- y Sky full of stars -con la osada orden de Chris de no usar celulares para que ese instante “quede grabado en nuestros ojos”, según expresó en su cuidadoso español del que hizo gala todo el recital- fue la dupla que afianzó la experiencia intergaláctica que corre por las venas de la propuesta de Coldplay.

En plan de que ningún sector se quedara sin ver de cerca a sus ídolos, los músicos se ubicaron en el C-Stage para regalarle cara a cara al campo trasero Don’t panic en una versión acústica que mezcló sus cuatro voces y Baraye, cover de Shervin Hajipour interpretado por la iraní Golshifteh Farahani en apoyo a la libertad de las mujeres en su país.

Humankind volvió a inundar de alegría el A-Stage y abrazó a la cancha con unos planetas tan gigantes como llamativos. De regreso en la pasarela, la banda hizo repetir a sus fieles seguidores la declaración de fuerza y redención que encierra Fix you. Aunque este podría haber sido un impecable cierre, aún faltaba darle paso al invitado estelar -nunca mejor dicho- esperado por miles en Núñez. Jin, integrante de BTS, se hizo presente para estrenar su primer tema solista y decirle adiós a su carrera por dos años ya que debe realizar el servicio militar en Corea del Sur. En medio de los alaridos enloquecedores de Army -nombre con el que se conoce al fandom de la famosa agrupación de K-pop- The astronaut selló aún más el lazo entre dos de los artistas más influyentes de la actualidad.

Biutyful trajo de nuevo a escena a The Weirdos y su mensaje de aceptación y empatía resumido en la frase que afirma “Espero que consigas todo lo que quieras en esta hermosa vida” y que fue el broche de oro ideal para un concierto que despertó todos los sentidos.

La nave de Coldplay seguirá estacionada en Buenos Aires durante siete fechas más para luego continuar volando hacia otros rumbos en su cielo lleno de estrellas.