Hace una semana atrás, las redes sociales de Gustavo Cerati se encendieron con un anuncio impactante. El videoclip nunca visto de No te creo -track número 2 de Siempre es hoy, su tercer álbum solista- sería editado de la mano de Sony BMG para homenajear al músico en la fecha de su cumpleaños. La publicación vino acompañada por un breve adelanto: el primer plano de su guitarra roja de diseño Telecaster y de su expresión compenetrada cantando frente al micrófono, bastaron para generar en los fanáticos un cóctel de emoción y ansiedad. El título de la canción, que cambiaba a “No lo creo” como un juego de palabras, intensificaba aún más la sorpresa por la difusión de este material.
La cuenta regresiva se activa en el canal oficial de YouTube. El segundero funciona como una máquina del tiempo que deja de descontar a las 00 horas en punto. Ya es 11 de agosto y la expectativa por disfrutar en imágenes un tema que tiene casi dos décadas se vive como la de un nuevo lanzamiento. Y es que bien podría serlo. El sonido vanguardista y anclado en la electrónica de Siempre es hoy también dejó su huella en No te creo. Gustavo marca el ritmo con sus rasgueos mientras Fernando Nalé en bajo, Leandro Fresco y Flavio Etcheto en teclados y Pedro Moscuzza en batería suman el resto de los ingredientes para que la magia suceda. El esperado clip -rodado en Unísono, el estudio de Gustavo- es un retrato de aquel trabajo en equipo. Pero, ¿cuál es la historia de este video desconocido hasta hoy? Las imágenes fueron grabadas en 2004 para ser proyectadas en los conciertos de la gira Canciones Elegidas, que lo llevó a Gustavo por Argentina, Chile, México y España. La filmación estuvo a cargo de Nicolás Bernaudo -diseñador audiovisual de aquel tour- y los directores fueron Diego Panich y Lemon. “No se concibió como un videoclip. Fue para la gira Canciones Elegidas donde me encargué de hacer los videos para pasar en los shows. Para esta canción se me ocurrió un clip con Gustavo cantando en sincronismo con la pantalla. A él le gustó la idea y lo filmamos después de un ensayo junto a los músicos de ese mismo tour, donde están vestidos con la misma ropa del recital. La idea era que el público pudiera ver lo que pasaba en el escenario como en un espejo”, contó Bernaudo. El lente va tomando a cada uno de los artistas ejecutando sus instrumentos en cámara lenta para lo cual tuvieron que hacer playback a doble velocidad. Esto representó un desafío con ciertas dificultades pero que entusiasmó tanto a Cerati y los suyos como a los realizadores.
A este viaje, que nos trasladó diecisiete años atrás, le fueron suficientes 3.34 minutos para demostrar la vigencia de un legado inoxidable dentro del rock latinoamericano. “Yo soy parte”, sentencia Gustavo en la última línea. No nos quedan dudas de eso.