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Rockabilly: la música que nos gusta bailar

¿Qué tienen en común Morrissey, Freddie Mercury, Dave Vanian y Joe Strummer?

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 ¿Qué tienen en común Morrissey, Freddie Mercury, Dave Vanian y Joe Strummer? Todos son fans del rockabilly. Lo que comenzó en la década del 50 como un subgénero del rock and roll en los Estados Unidos, rápidamente cruzó el Atlántico y llegó a la isla de la Gran Bretaña. Así, tiesos y pálidos gringos se animaron a sacudir caderas al ritmo de contrabajos slapeados y guitarras hasta deformarse en psychobilly y hasta el bendito punkabilly. Además, es donde están las mujeres y los hombres más lookeados.
Beats cortitos, tempos cruzados, guitarras sajonas y electro-acústicas, a veces baterías (a puro arrastre de escobillas), voces graves, rasposas, ¡apasionadas!, bip bop bop babiduba hop hop, aaah, go!, y así sin respiro, eso es el rockabillly.
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Elvis Presley, Johnny Cash, el boogie, el hillbillly, Carl Perkins, Little Richard y Chuck Berry fueron los responsables de todo el vuelo de esas faldas plato de las chicas bailando con esos hombres de jopo inamovible a pesar de los acelerados pasos de baile. Y si bien todo empezó en las Américas, fue en Inglaterra que se mantuvo la audiencia fiel al movimiento y tuvo su decadencia en Estados Unidos. Muy probablemente este declive tenga que ver con “el día que murió el rock” y refiere al la caída del avión donde viajaban Ritchie Valens, Buddy Holly y The Big Bopper quienes junto al piloto Roger Peterson perdieron la vida en plena gira norteamericana cuando se estrellaron en un campo de maíz.
Así es como mientras la década del setenta pasa un poco -un poco, nomás- desapercibida la tendencia rockabilly, los ochenta vivieron un resurgimiento brutal de la mano de bandas como Stray Cats. En UK se sostuvo con músicos como Billy Fury (veinte años ininterrumpidos como cantante, guitarrista y pianista del género hasta que un insólito paro cardíaco lo sorprendió en su casa de Londres pero dejó gran cantidad de discos de legado) y Lyndon Needs (el galés más extrovertido de la escena al frente de Teddy Boys y Crazy Cavan and the Rythm Rockers). O Boz Burer, un violero y productor musical inglés que fue de los principales motores de la new wave rockabilly inglesa primero con su grupo Cult Heroes, luego The Polecats y finalmente conocido como co-autor, guitarrista y director musical de Morrissey. La llegada del punk había influenciado tremendamente a toda  la escena rock de Inglaterra y comienza a asomar el punkabilly, The Polecats reversiona John, I’m Only Dancing de David Bowie y Jeepster del boogieman T. Rex rompiendo todos los moldes establecidos -si es que los hay en el rock-. Boorer se suma a la promoción del álbum Kill Uncle de Mozz y lo ayuda a crear un nuevo sonido de banda. Así es que produce como ingeniero de sonido el famoso Interlude de Morrissey con Siouxsie y co-escribe junto al mancuniano muchas de las grandes canciones solistas de este último: Now my Heart is full, The More you Ignore me, the Closer I Get, I’m not Sorry, I’m Throwing my arms Around Paris y That’s how People Grow Up, por nombrar solo algunas. Paralelamente, Boz Boorer se mantiene en su producción rockabilly. Mozz, por su lado, es el padrino musical de Tiger Army, espectacular trío americano de rockabilly con el contrabajo más enloquecedor de todos.
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The Clash supo sumar varios elementos del género también aunque lo mejor quizá sea un disco tributo a Strummer y compañía: This is Rockabilly Clash con todas alucinantes versiones de clásicos como Career Opportunities, Train In Vain, Guns of Brixton, Jimmy Jazz, Bankrobber, Brand New Cadillac hechas dignas piezas bailables por The Farrell Bros, The Hyperjax, The Caravans, Rancho Deluxe, Long Tall Texans y más.
Entre las mujeres, la cara más conocida hoy es la inmensa Imelda May, de origen irlandés, la cantante que le huye a las etiquetas pero sorry, love, sos la gran voz del rockabilly femenino de hoy día y la heredera de Wanda Jackson, la majestad americana. Y se hizo famosa por rockabillear muy atrevidamente Tainted Love de Soft Cell. Quizá la que más se le acerque al estilo sea la colorida y encantadora Paloma Faith, una joven inglesa más abocada al folk y al pop pero que flirtea con el estilo.
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Los escoceses The Rezillos y los ingleses oriundos de Essex Eddie and the Hot Rods quizá sean las bandas punk más rockabilly de todas y desde aquí se desprenden otros acólitos que supieron por igual engominar jopos como parar crestas: The Undertones, Sham 69, The Skids, The Damned, y aunque siguen las firmas aquí nos detenemos. David Vanian, la voz de los Damned, resulta la versión vampírica de Elvis y si bien su música resume como la de nadie más esa intención de goth meets punk, el rockabilly es el ingrediente que resuena a lo largo de toda la discografía y así lo asegura el mismo cantante: “Más allá del rockabilly, que es lo que verdaderamente amo, puedo escuchar Misfits, Motörhead, Echo & the Bunnymen, The Cramps, etc” cuenta en el libro The Damned Book of Interviews. Y The Cramps es realmente el combo que mejor reúne al punk (más americano, eso sí) con el rockabilly y así resultan los mejores exponentes del psychobilly.
Abrimos aquí un gran paréntesis y tiramos las mejores bandas psychobilly inglesas: The Epileptic Hillbillys, The Caravans, The Devils Deuce, The Sharks, Boston Rats, El Camino, Teenage Zombies, The Hillmans, Frenzy, The Kings of Nothing y pocos más.
Lo interesante de esta corriente musical que nos compete hoy es el acompañamiento estético que de rigor, acompaña a casi toda movida musical: perfectamente alineados, con mucho brillo gracias al spray de pelo, James Dean como la figura a copiar para ellos, Bettie Page para ellas. Pantalones vaqueros con dobleces, cadenas y camperas de cuero, los varones; vestidos que dibujan perfectas figuras hasta la cintura, faldas plato, tacones para bailotear, delineados furiosos en los ojos y cabelleras estratégicamente peinadas y recogidas, las mujeres. Hay en toda Europa y otros tanto en Estados Unidos, cantidad de festivales rockabilly en sus veranos donde se aprecia la vigencia del género y el sustrato cultural donde se apoya todo este bagaje rockero. En España, por ejemplo, se hace el Screamin’ Festival desde hace veinte años, ahora en la ciudad de Calella, antes en Pineda de Mar, ambas en Cataluña. Gente de todas partes de Europa se acerca a este pueblito costero de ensueño y de repente todo se llena de color: bandas, DJs, salones de baile, tiendas, todo muy temático, donde se mezclan diferentes idiomas y todo se sintetiza en la sonrisa que portan todos. Y allí fuimos montadísimas un verano con Mara y Naty (y Chuly, ex Fun People, actual Bombas de Amor y Lxs Sacramentos, aunque un poco más discreto él) a sacudir huesos.

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