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Lecturas Obligadas

London Calling: el aviso previo a la implosión

El pasado 14 de diciembre se cumplieron 40 años del emblemático disco de The Clash, un llamado a la renovación estética hacia adentro de la escena rock que marcó los años posteriores, y un grito (mas) sobre las preocupantes condiciones políticas y sociales que se avecinaban a finales de los años ’70.

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Es posible que London Calling haya sido la expresión acabada a través de la cual la banda conformada por Joe Strummer, Paul Simonon, Mick Jones y Topper Headon puso de manifiesto un giro en el mismo sentido que muchas otras bandas británicas del momento. Pero su peculiaridad reposa en que se trató de un llamado desde lo profundo del movimiento punk, cuya rabia languidecía como consecuencia de estar cada vez más encerrado en su propio laberinto, guiado por los imperativos del mercado y la industria cultural. En efecto, el álbum anticipó la necesidad de renovación estética del campo del rock, atrapado entre la parafernalia de la escena progresiva, la popularización de la música disco y la domesticación de la escena punk.

A bad, bad rock, this here revolution rock
The Clash había sido una de las tantas bandas que nació durante la explosión del movimiento punk en Gran Bretaña en los años centrales de la década del ‘70, un grito rabioso de irreverencia contra el virtuosismo y la ostentación del rock de estadios. Al igual que los Sex Pistols, los Buzzcocks y otras bandas, se foguearon tocando para públicos rencillosos en clubs y casas okupas, pero a medida que su trayectoria iba a tomando un camino ascendente, buscaron romper con el molde de banda punk en que los habían encasillado. Eyectaron a su manager Bernie Rhodes, quien intentaba hacer de ellos un producto tan alborotador como el mercado lo demandara, y decidieron encarar el camino de la renovación, un camino que allanaron para artistas posteriores, y que los terminó depositando en los anaqueles de la historia del rock.

La única forma de salir del laberinto era implotándolo. Es decir, ejerciendo una presión externa que sea capaz de quebrar esos moldes diseñados por las compañías discográficas y la prensa especializada. Al igual que varios jóvenes británicos, los Clash estuvieron atravesados por la música estadounidense, y recuerdan al disco como un híbrido de todas sus influencias, las cuales recorrían el rockabilly, el jazz, pasando por el soul y el blues, y también por el reggae. En términos estéticos, London Calling era una síntesis de los sonidos que comenzaron a ganar popularidad hacia finales de los ’70, amalgamados por esa esencia punk que se mantuvo intacta pero que debió reinventar sus formas para establecerse como denuncia ante el desmoronamiento del Estado de Bienestar, la crisis económica y el avance del conservadurismo tatcherista.

London is drowning and I live by the river
Oriundos de los suburbios del oeste londinense, los Clash nutrieron sus letras de protesta social de las barriadas obreras e inmigrantes, en donde se cocinaba vertiginosamente la miseria de una juventud inglesa que comenzaba a vivenciar la ausencia de perspectivas. El optimismo de los happy sixties y el Swinging London había dado sus últimos estertores, dejando un hueco que fue ocupado por la desesperanza y la incertidumbre. Haciéndose eco de ello, los Clash fueron portavoces destacados de la decadencia que comenzaba a sobrevenir, articulando esos reclamos con discursos marcadamente políticos (como en “Spanish Bombs”, que hace referencia a la guerra civil española) que los posicionaron más firmemente respecto de aquella rebeldía muchas veces infantil que había sido el alimento primigenio del punk.

Al igual que Lennon en “A day in the life”, la canción que dio nombre al disco fue inspirada en la lectura de los periódicos. Según Mick Jones, la letra surgió de un titular del London Evening Standard en que se afirmaba que “el Mar del Norte podría elevarse y empujar el Támesis, inundando la ciudad”. La metáfora no podía ser más clara: el titular era otro ejemplo de cómo todo se hundía, de cómo las certezas de las décadas anteriores se desvanecían al compás de las políticas económicas de austeridad. El advenimiento del thatcherismo significó, a su vez, una implosión de las perspectivas de progreso económico y social que afectó fundamentalmente a los jóvenes que, una vez más, buscaron encauzar su angustia y su bronca a través de la escucha de música rock, y London Calling fue una expresión cabal.

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