Menos de un año tardó Morrissey en lanzar un nuevo álbum. El último había sido California Son (2019), producido por el norteamericano Joe Chicarelli (White Stripes, Spoon, Broken Social Scene), donde hubo una clara intención de dar un giro a los últimos trabajos que venía publicando el astro inglés. El álbum, integrado por covers y reversiones, tiene una selección de canciones muy personal y de un gusto muy fino.
La intención fue tan o más interesante que la ejecución.
La vara de la producción se elevó y encontramos a un artista como Morrissey volviendo, por momentos, a aquellas épocas de solista que tanto añoramos.
La propuesta de I Am Not a Dog On a Chain es similar pero no idéntica. A priori, se presenta no como un retorno hacia la época dorada de Morrissey (la seguidilla Viva Hate, Kill Uncle, Your Arsenal, Vauxhall and I, etc) sino hacia la reinvención de una nueva. Tarea difícil para un artista cuyas noticias más leídas en los últimos tiempos no fueron por su obra en sí, sino por obtusas declaraciones respecto a la inmigración o la culpabilidad de Kevin Spacey, por citar algunas. Por momentos, Moz parecía cerrarse cada vez más en su propia coraza.
De lleno en este nuevo lanzamiento, el track elegido como single fue «Bobby, Don’t You Think They Know?», una cruza, por momentos interesante y por momentos confusa entre R&B y rock alternativo. Una empática interpelación un pobre Bobby sobre su abuso de drogas.
La encargada de abrir el disco es Jim Jim Falls, donde Morrissey no se muestra tan amable. Por el contrario, «Si te vas a matar, entonces por el amor de Dios, hacelo de una buena vez» es la frase definitiva de esta canción que promete nuevas cosas.
Otros puntos interesantes son I Am Not a Dog on a Chain, la canción que da nombre al disco, y luego Darling, I Hug a Pillow.
La primera es una auténtica explicación de por qué Moz se comporta como se comporta. Sirve a modo de respuesta en primera persona a todas aquellas críticas que buscan abatirlo, aunque él demuestra cómo es capaz de evitarlas.
La segunda es una balada en tiempos de distanciamiento social: el «amor físico» y la incapacidad de ejercerlo. Su efectiva letra recurre a imágenes muy visuales sin ser grandilocuente.
I Am Not a Dog On a Chain es el disco más Morrissey que Morrissey lanzó en el último tiempo. La cuidada producción acompaña al inglés a no caer en lugares comunes y lo logra empujando los límites de lo esperado. La capacidad vocal y performática de Morrissey es siempre espectacular y por eso está fuera de discusión, pero siempre es bueno encontrarlo en proyectos más sólidos y audaces.