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Arctic Monkeys en el Primavera Sound: cantando bajo la lluvia

En su quinta visita a la Argentina, la banda se presentó en la última fecha del festival

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El festival Primavera Sound, esa gran celebración de la música nacida en Barcelona allá por 2001, desembarcó en Argentina el pasado octubre con propuestas para todos los gustos. Jack White y Pixies fueron los platos fuertes del debut en el marco del Road to Primavera, al que le siguió Primavera en la Ciudad, una semana a puros recitales en distintos puntos de Capital Federal con artistas nacionales como Boom Boom Kid, Daniel Melero, Carca, Lucy Patané e Isla de Caras. Finalmente, el miércoles tuvo su turno de Björk y este fin de semana fue el gran cierre en Costanera Sur a cargo de Travis Scott, Hernán Cattaneo -headliners del sábado-, Arctic Monkeys y Lorde, figuras principales del domingo. El mal clima pronosticado para la última fecha generó cambios en los horarios de la grilla apuntados, sobre todo, a evitar que Arctic Monkeys -la banda más convocante del 13 de noviembre- tocara en medio de una posible tormenta.

Lo que iba a ser un show nocturno con inicio a las 23 hs. se transformó en una presentación techada por un atardecer que se iba a poniendo demasiado gris. A las 19.15 en punto Last train to London e It’s not unusual -temas atemporales de Electric Light Orchestra y de Tom Jones, respectivamente- fueron la puerta de entrada a un concierto en donde ya se sabía que los sonidos clásicos de los últimos trabajos de Arctic Monkeys pisarían con firmeza. Sculptures of anything goes, tema que abre The car -su séptimo álbum de estudio editado hace apenas un mes- oficializó el comienzo de una performance un tanto accidentada. La sutileza de esta canción tuvo el efecto adverso en el público que, no amedrentado por la garúa punzante, recibió a sus ídolos con un pogo intenso. Brainstorm y su power guitarrero característico de los inicios del grupo fue el condimento para que el descontrol no conociera límites y para que los británicos cambiaran sus planes de tocar Crying lightning . Tras las palabras de Alex Turner pidiendo tranquilidad -un tanto asustado por aquella postal catastrófica que le devolvía su visión desde el Flow stage- él y los suyos apostaron por su balada infalible, esa capaz de calmar las aguas (y no las que caían del cielo, cada vez con mayor fuerza): Cornerstone.

Enseguida comenzó a sonar Snap out of it, pero este hit indiscutido de AM hizo que el agite volviera a encenderse. Con el single interrumpido poco antes de llegar al final, los músicos tomaron la alarmante decisión de retirarse unos minutos del escenario. La incógnita sobre cómo seguiría la historia fue develada por un vocero local que habló claro y conciso: “La banda está preocupada por la seguridad de todos. Les pedimos que se calmen y el show va a continuar con normalidad”. Asumiendo que sus fans habían aceptado el trato, los de Sheffield regresaron a escena para darles otra oportunidad con Why’d you only call me when you’re high? en una versión de tempo reducido. Las dotes de crooner de Turner fueron demostradas en Four out of five para volver a su perfil rockero en la infaltable Arabella y en Potion approaching, huella de unos Arctic veinteañeros. El retorno al futuro fue inmediato con There’d better be a mirrorball y la misteriosa elegancia que desprende a cada segundo.

El riff de Do I wanna know? le aportó mística a una noche en la que la lluvia no pensaba dar tregua. El paisaje de Costanera Sur se volvió aún más melancólico al ritmo de Tranquility Base Hotel + Casino aunque, inmediatamente, la energía se revolucionó gracias a Pretty visitors. Antes de darle la bienvenida a uno de los temas más esperados de la velada, Alex hizo una pregunta determinante: “¿Se van a cuidar entre ustedes?” Al descifrar en los rostros de sus fervientes seguidores una respuesta afirmativa, I bet you look good on the dancefloor fue una verdadera fiesta de pilotos multicolores saltando y empapándose en igual medida. La iluminación se tiñó con tonos rojos oscuros y marrones para que Body paint, con sus ecos vintage, trajera uno de los mejores singles del reciente disco de la agrupación. El coreo de la masa humana pidiendo el gran hit de Favourite worst nightmare dio resultado: 505 no dejó a ningún rincón del enorme predio sin temblar en lo que fue el final de una jornada tan insólita como movilizante.

A pesar de un setlist recortado a causa de la reprogramación en el orden del lineup y de las pausas ocasionadas por los rockstars -quienes, seguramente, recordaron su actuación en el Quilmes Rock de 2012 atrapados en un temporal salvaje- al intentar poner orden ante un panorama complicado, Arctic Monkeys demostró -con su impecable calidad sónica y un vocalista en plena consolidación de su madurez- por qué marcó y sigue marcando a fuego los oídos de toda una generación.

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