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Entrevistas

Benito Cerati: “Yo nací con el Britpop”

En una entrevista exclusiva con el director de Ultrabrit, Gustavo Giorgi, el músico habló de su familia, las vivencias prematuras en estudios de grabación, sus influencias musicales, la carrera autogestionada con Zero Kill y la exposición.

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Benito es el hijo primogénito de Gustavo Cerati y Cecilia Amenábar. Si bien su documento indica que llegó a este mundo el 26 de noviembre de 1993 en Santiago de Chile, se define a sí mismo como “un ciudadano del mundo”, característica que adquirió al haber nacido en un país y vivir en otro. Sobre sus primeras memorias relata que desde muy chico se conecta con la música, no solo por el bagaje familiar, sino por su sensibilidad especial: “recuerdo que a mí el sonido me movía mucho. Todo lo que es sonido me atrapa, es por donde más me entra la emoción”.  No casualmente de pequeño solía hacer grabaciones familiares y a los seis años sacó su primer disco al que llamó “Cohete”.
A través de anécdotas e imágenes de la infancia, Benito logra revelar los efectos secundario de haber crecido en un hogar donde se respiraba arte: “yo tenía algo muy gracioso que es que pensaba que toda la música del mundo la hacían mis padres o mi familia. Entonces si se escuchaba Madonna en mi casa para mí Madonna era una tía. Todas las personas que iba conociendo hacían música, y en cierto punto a mí también me tocaba hacerla”.
 “Yo nací con Creamadélica, los Happy Mondays, The Stone Roses, el Britpop, con el principio de The Verve, Jesus & Mary Chain. Todo eso estaba sonando de fondo, junto a cosas más electrónicas. Se amalgamaba todo eso”.  El líder de Zero Kill cuenta que el subgénero del rock alternativo originario de UK,  así como el post punk mancuniano de principio de los 90, fueron su primera banda de sonido. Tan significativa fue la marca estética de los británicos que lo inspiraron en la búsqueda de su propia identidad: “De Bowie a mí me atrae visualmente todo los 70’s: el glam y el soul. Y de The Smiths también, esa cosa medio ambigua. Y Placebo o REM que son como la versión 2.0”.
El tercer álbum de estudio que lanzó recientemente con su banda conjuga su lado más experimental, con retazos de una poesía que recuerda a su padre: “trato de ir a un lugar distinto. No me manejo en línea recta digamos, ni siquiera para arriba. Estoy atento a ver que opciones hay”. Fiel a su estilo, atento a sus emociones y sin medio a los cambios de rumbo, no sigue ninguna fórmula del éxito y siempre busca caminos alternativos.

“Nunca esperé agradarle a nadie. Ni en 2011, cuando empezó mi carrera, y menos ahora – confiesa – creo igual que este disco («Unisex») es el más complaciente de todos, porque es un poco más abierto que los otros que son impenetrables. Sigue teniendo mi huella y mi impronta. Pero capaz en la forma en que yo lo comunico, por cómo estoy, que me siento mucho mejor que antes en mi vida, y creo que eso también atrae: la seguridad y el seguir para adelante”. De hecho reconoce que una de sus mayores cualidades es su poder de resiliencia y el nunca abandonar su pasión. Tal es así que afirma sentirse a veces como un “Guerrero de su propia ciudad”.
Más allá de crear un personaje en las redes sociales y de jugar, en sentido perfomático, con múltiples perfiles artísticos (al mejor estilo Bowie), no se siente tan cómodo con la etiqueta de “ídolo” y la exposición permanente. “Más allá de todo, sigo siendo un humano que me voy a equivocar, que voy a decir pelotudeces de las que me voy a arrepentir, y voy a pedir disculpas. Es la vida”, sintetiza en un lenguaje sin filtros que espeja su esencia a prueba de críticas aspiracionales.
No suele hablar mucho de su padre pero cuando lo hace tiende a resaltar su lado más humano y genuino, alejado de los escenarios y las frivolidades del mainstream: “siempre se rodeaba de gente joven y se nutría. Y tenía algo de querer sacar adelante a alguien porque conectas, y por la amistad. Yo hago eso, siempre pongo por adelante lo buena persona de la gente que me acompaña, más que si es talentoso o toca bien”. El sentido de lo colectivo en el arte, el poder aprender y crecer con los demás, y la posibilidad de tejer puentes, son gestos que ayer entendía Gustavo, y hoy reafirma Benito.