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Mañana en el Luna Park: THE CULT, la bestia que cambia de piel

El derrotero de The Cult como banda es un canto a la perseverancia. Largo e irregular, digno de admiración…

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El derrotero de The Cult como banda es un canto a la perseverancia. Largo e irregular, digno de admiración en especial para todos aquellos que morimos por un sabio maridaje de buenas melodías, una efectiva distorsión y el aporte de un frontman que cante con el alma. Los archivos cuentan que sus dos columnas históricas confluyeron en el norte de Inglaterra a principios de los 80’s, luego de ir haciendo camino cada uno por su lado durante un tiempo. Un joven Billy Duffy (Manchester, 1961), buen amigo de Johnny Marr en la violenta Manchester de Maggie Thatcher, compartió filas con el Morrissey pre-Smiths allá por 1981 cuando armaron The Nosebleeds, banda fugaz que no dejó a su paso ninguna huella ni logro destacable. Por su parte, el turbado Ian Astbury (Chesire, 1962), con un abuso sexual a cuestas como tormenta personal  y volviendo a Inglaterra luego de vivir unos cuantos años en Canadá, fascinado por la cultura norteamericana y con una marcada obsesión por los indios Red Skin, buscaba poder vertir todo ese pastiche emocional en un proyecto musical nuevo que lo contuviese.
No es la idea repasar de forma wikipedística los más de 35 años de carrera de estos dos filosos personajes, pero si ponderar el loable trabajo de haber podido condensar su química personal y sus demonios en un grupo tan cambiante, y sobrevivir a sostenerlo. Han marcado generaciones enteras serpenteando entre la iniciática oscuridad post punk de Southern Death Cult, el prometedor debut Dreamtime (Beggars Banquet, 1984); la psicodelia hitera de su disco Love (BB, 1985); con la pared de riffs zeppelinescos en el indispensable Electric (BB, 1987, producido por el mesías Rick Rubin); y ya bien metidos en la era MTV en su coqueteo con el mainstream con los grandilocuentes y desparejos Sonic Temple (BB, 1989, con Bob Rock en las consolas) y Ceremony (BB, 1991). Más tarde, mutando hacia el crossover del rock con bases electrónicas, con el homónimo The Cult (BB, 1994) y tras unos años de separación Beyond Good And Evil (Atlantic Records, 2001), podríamos decir que cerraron una etapa para meterse en una nueva, marcada por una suerte de trilogía de nuevos aires.
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Volviendo a los orígenes, el violento y poco amable Born Into This (Roadrunner Records, 2007, producido por Youth), abrió una nueva era para Astbury y Duffy. Desparejo como casi siempre, el disco no defrauda pero se queda a mitad de camino derrapando en una segunda parte previsible y algo falta de melodías. Pero vale pena la aproximación, ya que lo podríamos calificar como un típico LP de transición: luego de mucho tiempo los muestra con una formación semi estable que acompaña a los dos líderes compositivos hasta estos días, con Chris Wyse en bajo (en la banda desde mediados de los 90’s) y la consolidación del machacante John Tempesta en batería, complementando musical y personalmente a dos tipos tan prolíficos como caóticos. Con cierto equilibrio aparente, en los años venideros The Cult facturaría dos sucesivos discazos: Choice Of Weapon (Cooking Vinyl, 2012, producido nuevamente por Bob Rock), está a la altura de aquél furioso Electric, con peligrosos tracks cargados de 10.000 voltios («A Pale Horse», «The Wolf», «For The Animals», «Lucifer», el conmovedor baladon «Life>Death»), que mezclan lo mejor de William Duffy como fabricante de riffs, con toda la lava todavía encendida del volcán Astbury, quien no sólo luce lo curtida que está su espectacular voz, tan arenosa como impactante, sino que también da cuenta de tantos años de ruta en la letra del impetuoso tema increscendo que cierra el disco, «This Night In The City Forever».
Capítulo aparte para Hidden City (Cooking Vinyl, 2016, otra vez con la contundencia reflejada en el sonido final a cargo de Bob Rock), un gran disco de hard rock que destila modernidad y que se jacta de mostrar con cierto carácter lúdico como la siguen rockeando estos dos veteranos inoxidables. Se destacan sobre el resto las bestiales «GOAT» y «Avalanche Of Light», los singles adelanto «Hinterland» y «Dark Energy», las gemas«No Love Lost» y «Dance The Night«.
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Lo cierto es que tras pasar por Rosario, Mendoza y Córdoba, semejante banda recala mañana en Buenos Aires por sexta vez, a 26 años de su primer aterrizaje en la capital argentina, allá cuando en 1991 desplegaron todo su poder en la cancha de River presentando Ceremony con los desaparecidos Los Guarros como banda soporte. Muchos años pasaron, canas, tatuajes y cicatrices, discos que consolidaron su leyenda. Y hoy como aditamento, con el anticipo velado por el propio Ian Astbury en plena gira latinoamericana, quien adelantó que separarán la banda estable a fines de la misma para encarar la continuidad de The Cult bajo otro formato. Quien sabrá la forma que adquirirá la bestia en esta nueva mutación. Las pieles que se van cambiando, como siempre desde 1983, acrecentando la leyenda del brioso guitarrista mancuniano y de uno de los vocalistas más impetuosos de la historia del rock. Lo que vendrá es una incógnita y será motivo de otro análisis. Por lo pronto, mañana en directo, en el Luna Park.
 

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