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10 años de Konex: la celebración de la cultura

Ciudad Cultural Konex comenzó a festejar sus 10 años de vida con El Festival, un evento que celebró a la escena local.

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El Konex comenzó a celebrar sus 10 años de existencia el pasado sábado 8 de octubre con El Festival. Dos escenarios, artistas emergentes y otros consagrados, y un line up acorde al festejo. A las 17:30 Sambara fue la banda encargada de inaugurar el día, en el escenario Columnas, y los pibes estuvieron a la altura de las circunstancias con temas que remiten a lo mejor del rock sinfónico y progresivo argentino, pero con un sonido totalmente actual. Lo primero que se entiende al escucharlos es que de verdad les importa la música. Están en el extremo opuesto a «Pomelo», lo cual es buenísimo, y suenan muy bien. Presentaron parte de su flamante disco Siempre hubo riesgo en el cielo, producido por Mariano Otero, junto con temas de sus trabajos anteriores. Altamente recomendable.
A las 18:10 Octafonic dijo «presente» en el escenario del patio del Konex. Qué se puede decir de Nico Sorín y sus muchachos… son bestiales. Contundentes y precisos hasta el límite. Hicieron bailar y agitar cabezas a full. Desde abajo del escenario se veía a un grupo de amigos jugando con una máquina aceitada de ritmos, distorsiones, melodías, arreglos y mucha música. Polenta. El listado de temas incluyó material de Monster, su disco debut de 2014, con canciones de Mini Buda, su nueva producción, editada este año. No caben dudas, Octafonic es una banda que te pasa por encima.
Faltaban 10 minutos para las 19 y era momento de ir al escenario Columnas a ver a Rosario Bléfari. Atinada su participación en este Festival si se tiene en cuenta que su ex banda, Suárez, volvió por única vez a los escenarios porteños este año, el 4 de marzo, precisamente en el Konex. Un momento histórico para los que tuvieron la suerte de estar ahí. Rosario y su banda se mueven entre la distorsión y la delicadeza, a veces sumergiéndose en ambas al mismo tiempo. Siendo una artista con trayectoria, siempre es una bocanada de aire fresco escucharla, ya sea como solista o con su nueva banda, Sue Mon Mont. «Vidrieras» y «Lobo«, la canción con la que cerró el setlist, fueron algunas de las más coreadas por el público.

Fotos: Christian Pettinicchio

En el Patio apareció Poseidótica, la banda que recientemente cumplió 15 años y que la rompió con un show de intensidad ascendente. Comenzaron con ambientes y climas psicodélicos, generando un ambiente hipnótico con climas que te llevan de paseo por diferentes estados mentales. Para ir subiendo y terminar con un sonido y actitud decididamente stoner. Una aplanadora instrumental. Hay que verlos en vivo nuevamente, sin dudas.
20:15, escenario Columnas, era el turno de Morbo y Mambo. En esta banda conviven afrobeat, jazz, dub, funk, stoner y más, pero todos entrelazados, mezclados, como formas para jugar con instrumentos, de manera natural y, por sobre todo, con mucho groove. Sutilezas y power, naturalidad y electricidad. Al igual, pero distinto, que con Poseidótica, la sensación de pasear por diferentes estados y hacerlo apoyado en esos sonidos. Es una fusión que funciona como representando a una gran tribu actual que a su vez se conforma de muchas otras tribus. Baile inevitable.
De vuelta al Patio, Pez cerraba ese escenario y luego todo iba a suceder adentro, en el escenario Columnas. Con la banda de Ariel Minimal llegó el pogo y la primera demostración de amor total del público por un artista. Minimal tiene oficio y se le nota, la banda suena ajustada, poderosa, rockera. En Pez parecieran convivir todas las épocas del rock. Desde el «Helter Skelter» de fines de los 60 hasta Hendrix, Zeppelin, los 90 y la actualidad. Pueden pasar de un reggae lisérgico a un tema que es beatle y grunge a la vez. La fuerza de esta banda es descomunal, y si en la cancha se ven los pingos, a Pez se le vieron muy bien. La frutilla del postre: «La Voluntad«, un estreno absoluto en vivo. Demoledores.
Se venía lo que para muchos era el plato principal: Daniel Melero se apoderó del escenario Columnas junto a su banda, comandada por Yuliano Acri, que suena cada vez mejor, con vuelo, con onda. Hace algunos años, a mediados de 2008, Melero le dijo a este cronista: «No creo que este sea un momento para tocar en vivo, prefiero que sea un año para experimentar y tener ideas inconclusas». Por suerte para el público el Melero de hoy toca en vivo. Crooner por excelencia, maestro del presente continuo, se lo ve cómodo con esta banda. Durante el recital hubo canciones para todos los gustos, con momentos muy altos. Clásicos («No dejes que llueva«), canciones más recientes («Bienvenidos«), algo de Los EncargadosLíneas«) y temas nuevos, como «Amistad«,  el corte de Atlas, su nuevo disco. Daniel canta, gesticula, mira fijo a alguna cámara de alguien del público, sonríe, tira guiños de complicidad con su banda, juega, expresa y agradece. El cierre fue con una hermosa versión de «Amazona«, con un clima sonoro in crescendo que resumió un gran final para la presentación de Melero en este festival.

Fotos: Christian Pettinicchio

Luego vino el turno de escuchar y ver a Los Brujos en vivo. Sus recitales siempre son una fiesta memorable de música, vestuario, luces, actitud, baile, catarsis y fantasía, y en este caso no fue la excepción.  En la lista de temas, las canciones de Pong!, su último disco, conviven perfectamente con las de otras épocas. «Beat Hit«,  «Yo Caí por tu amor«, «Canción del Cronopio«, «Sasquatch«, cada tema es un micromundo, un momento celebrado. Saltos, mosh y psicosis total. Al momento de tocar «Gagarin» suben con las habituales máscaras, pero esta vez en vez de llevar el rostro del astronauta ruso tienen la imagen de Ricky Rúa, quien en junio de este año comenzó su misión intergaláctica. Alejandro Alaci deja todo en el escenario, demostrando que es un performer único. Canta, salta, corre, baila, se tira al piso, vibra y se la banca. Las guitarras de Gabriel Guerrisi y Fabio Pastrello son mejores amigas hace rato, y se nota. El pogo final con «Aguaviva» y «Piso Liso«, dos canciones que te empujan a ir siempre para adelante en todo, con letras arengadoras y espíritu positivo. Celebración total.

Fotos: Christian Pettinicchio

Más tarde llegaron los chicos de Bestia Bebé, banda del sello Laptra, amigos de El Mató a un Policía Motorizado, 107 Faunos, Las Ligas Menores, etc. Presentaron canciones de sus dos discos, Bestia Bebé (2013) y Jungla de metal 2 (2015).  Rock de guitarras y canciones que pueden estar inspiradas en algún personaje de Boedo (barrio de la banda), en alguna película o un libro. Sonidos que me remiten a El Mató, con una pizca de Vampire Weekend, la banda galesa Los Campesinos! y la polenta de los Arctic Monkeys. Bestia Bebé es otra de las bandas que demuestra que el camino de la independencia y la gestión compartida es posible. Su público los celebra, hace pogo y se canta todos los temas. Algunos de los momentos más altos del show fueron «Fiesta en el barrio«, «Lo quiero mucho a ese muchacho» y «Luchador de Boedo«.
Fantasmagoria iba a subir al escenario a la 1:00 de la mañana para cerrar el festival. 1:48 anuncian que Gori, por un inconveniente personal, lamentablemente no va a llegar a tiempo y la banda levanta el show. Sin dudas fue una jornada intensa, de mucha música, celebrando con alegría estos 10 años de la Ciudad Cultural Konex. Un festejo merecido en un espacio por el que han pasado artistas de todo tipo, siempre con propuestas interesantes, sumando cultura a una ciudad que es vista como un importante polo artístico en el mundo. ¡Felices 10 años, Konex! ¡Salud!
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