La interpretación y entronización que la sociedad realiza de su obra, su carisma, su ética personal y profesional, y la estética de su arte, propulsó la figura de Luis Alberto Spinetta en un vertiginoso proceso de mitificación, que atraviesa las generaciones y sirve como insumo preferencial a sus fans para la modulación de los acontecimientos que ocurren a su alrededor.
A propósito del documental sobre la vida del Flaco próximo a estrenarse por National Geographic, en esta entrega vamos a abordar su figura a partir de la mitificación llevada adelante por la sociedad; una figura que logró trascender el ámbito del rock y la cultura popular hasta alcanzar el panteón de los grandes íconos de la historia argentina contemporánea. En efecto, las referencias que podemos encontrar en la opinión pública, las declaraciones de otros reconocidos artistas y de los propios fans, lo ubican cada vez más en un lugar inalcanzable, sagrado, en que su genialidad resulta inconmensurable. Es probable que la construcción del mito de Luis Alberto Spinetta tenga una función social importante al aglutinar en la devoción por su figura a jóvenes y adultos de diversas clases sociales, por dentro y por fuera del campo del rock y del pop, que se identifican con sus canciones.
La función social de mito
Un mito es un relato tradicional que se refiere a acontecimientos extraordinarios, protagonizados por seres sobrenaturales (dioses, semidioses, héroes, monstruos o personajes fantásticos), que buscan dar una explicación concreta a un hecho o un fenómeno. Según el antropólogo Claude Lévi-Strauss, todo mito tiene tres características: trata de una pregunta existencial; está constituido por contrarios irreconciliables (por ejemplo, el bien contra el mal), y proporciona la reconciliación de esos extremos a fin de exorcizar nuestra angustia. Por su parte, el antropólogo Bronislaw Malinowski afirmaba la importancia del mito al sostener que no hay aspecto importante de la vida que sea ajeno al él; por ello, existen mitos religiosos (el nacimiento de los dioses), políticos (la fundación de las naciones) o, en el caso del Flaco, culturales (su obra providencial).
En su libro Luis Alberto Spinetta: Mito y Mitología, Mara Favoretto se pregunta acerca del secreto que subyace en su obra, que sustenta su vigencia y el fanatismo que genera. En ese sentido, sus canciones, de acuerdo con la estructura de los mitos, funcionan para los fans como explicaciones de las situaciones cotidianas de su vida en términos existenciales, no solamente por la pretendida genialidad que vive en sus fraseos estremecedores y en la sutileza de sus letras, sino también porque su figura se convirtió en un modelo de vida. Luis Alberto Spinetta ingresó, sin dudas, en el panteón de los héroes nacionales contemporáneos, alrededor de cuya figura se estableció un consenso e identificación en un amplio sector de la sociedad. El mito del Flaco Spinetta
La construcción de Spinetta como mito funciona, según Favoretto, tanto a nivel público como privado, y se sostiene en el universo de sus letras que cumplen las funciones de la mitología tradicional descriptas por el mitólogo Joseph Campbell: si bien los mitos -al igual que las tradiciones- habitan el espacio público, los más poderosos son los que actúan en la esfera privada, es decir, aquellos que influyen en la manera de pensar y de actuar del individuo. Esa influencia es favorecida, a su vez, por la apropiación cotidiana que las personas hacen de la música a través de la escucha. De tal modo, los mitos públicos son aquellos que nos llegan a través de los medios de comunicación, las historias orales, la literatura; y los privados, en cambio, son los que nos atraen a nivel personal y emocional, los que elegimos porque dan cuenta de algún aspecto de nuestra cotidianidad.
Cuando el mito público y el mito privado se imbrican, el intercambio, tan constante como necesario, se proyecta a través de una relación que fortalece esa construcción mítica. Nuestros mitos privados se relacionan con los mitos públicos porque necesitamos pertenecer a la sociedad que impulsa ese proceso. En el caso de Luis Alberto Spinetta esta circunstancia se observa con claridad: elogiado y ponderado públicamente, genera, a su vez, una conexión profunda con los individuos que lo escuchan, quienes se conectan íntimamente con las metáforas y le dan sentido a sus emociones, acciones y sentimientos a través de sus letras y melodías.
La sociedad necesita héroes con los cuales identificarse e intentar establecer pautas capaces para unificar, para conformar un todo, y vislumbrar un “destino común” para el progreso de la nación. El héroe consagrado es siempre sensible a las necesidades coyunturales. John Lennon, por ejemplo, fue el mito concreto de una época. Spinetta se convirtió, de tal manera, en un mito gracias a adultos que durante su juventud fueron contemporáneos a las «bandas eternas», que construyeron su identidad alrededor de su música, y que transmitieron esa devoción potenciada a las generaciones siguientes, las cuales accedieron a su obra a través de los nuevos dispositivos y plataformas, como Spotify y You Tube. Paralelamente, se fue gestando un corpus de producción cultural que sustenta la construcción y consolidación del mito del Flaco, que circula a través de la opinión pública, tributos de artistas de distintos géneros y generaciones, y documentales en la televisión.