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The Jesus and Mary Chain: Upside Down, el golpe más certero

“¿Qué esto que estoy escuchando? ¿Quiénes son? ¿De dónde salieron?” Esas fueron las preguntas que seguramente se hizo Alan McGee cuando escuchó un demo de The Jesus and Mary Chain que le acercó Bobby Gillespie.

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“¿Qué esto que estoy escuchando? ¿Quiénes son? ¿De dónde salieron?” Esas fueron las preguntas que seguramente se hizo Alan McGee cuando escuchó un demo de The Jesus and Mary Chain que le acercó Bobby Gillespie. Y una vez que los vio tocar en vivo, las preguntas se convirtieron en afirmación: “tengo que contratarlos”. Este era el nivel de excitación que generaban los escoceses en aquel 1984 con un sonido increíblemente novedoso, fresco, agresivo y corrosivo.
McGee les promocionó un show en The Living Room de Londres y les hizo firmar contrato con su reciente sello discográfico, Creation Records, que editaría su primer sencillo, esa obra maestra que cambiaría por siempre los oídos y la forma de entender la música para muchos jóvenes: “Upside Down”.
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El single, que contaba con el cover de “Vegetable Man”, de Syd Barrett, en su lado B, fue grabado en octubre de 1984 y lanzado en noviembre de ese año. La producción estuvo a cargo de Joe Foster, uno de los tres fundadores de Creation junto a McGee y Dick Green. Pero no quedando satisfecho con el resultado, McGee remezcló la grabación del lado A sin tocar nada del cover de Barrett.
El resultado: tres minutos exactos del más puro ruido rockero. Un sonido que provocaba una emoción primal, ganas de reventarse la cabeza contra el suelo (I heard a ringing sound / And my head hit the ground), lo más peligroso que un adolescente británico podía escuchar a mediados de los años 80. Como si hubiesen salido de la más hostil Nueva York, tomando el legado de “European Song”, de The Velvet Underground, y “Ghost Rider”, de Suicide, agregándole el desamparo existencial de Joy Division y convirtiéndolo en el néctar noise del que beberían grupos como My Bloody Valentine, Pixies o The Raveonettes, “Upside Down” marcó a fuego el sonido de una época y abrió las puertas a nuevos mundos, al otro lado del rock. Junto a bandas como Sonic Youth o Swans, los hermanos Reid hicieron del ruido una estética, pero además le agregaron un sentido de la melodía pop que logró una combinación nunca antes escuchada.
Este ímpetu sónico derivo en su primer larga duración, el mítico Psychocandy (1985), que conservó el espíritu de “Upside Down” para meter cuchilladas como “The Living End”, “In a Hole” o “Inside Me”, y también para desarrollar canciones más cercanas al pop británico tradicional, como “Just Like Honey”, “Sowing Seeds” o “Some Candy Talking”. Una faceta que The Jesus and Mary Chain profundizaría en su segundo disco, Darklands (1987) y los subsiguientes trabajos.
Pero las guitarras filosas de William y el “Doesn’t matter to me” que canta con desdén la voz desganada de Jim siguen retumbando en la cabeza de muchos. Aquel primer golpe, el más certero de todos, agarró al mundo por sorpresa y lo tumbó poniendo a toda una generación patas para arriba. Para siempre.

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