El periodista cordobés Juan Manuel Pairone acaba de dar a conocer el proyecto de crítica musical Esto es una escena, un libro que compila una serie de ensayos sobre discos de bandas de Córdoba de reciente publicación escritos por periodistas y artistas de la ciudad mediterránea.
Para conocer el proyecto, a días de que se presente y se lance la campaña de financiamiento, hablamos para RockEnOn con el editor y prologuista sobre el rock y su actualidad.
—¿Cómo surgió Esto es una escena?
—El proyecto surgió luego de la aparición de la colección Extralife de la editorial Llanto de Mudo. Cuando vi el nacimiento de ese espacio, ligado a la reflexión sobre la cultura pop, sentí que tenía que presentar una idea. Yo desde hace tiempo escribo sobre música y reseño discos y shows, pero por ese entonces (2014) el reconocimiento de lo que estaba pasando en Córdoba en términos de música era cada vez mayor. Venía leyendo muchos libros sobre música y tenía ganas de buscar esa profundidad propia de las colecciones de Caja Negra o Gourmet Musical, pero haciendo foco en Córdoba. Sentí que era el momento. Eso me llevó a pensar en un libro colectivo básicamente porque me parecía que una escena ecléctica como esta tenía que ser reflexionada entre varias voces.
—¿Cómo funciona en esa serie dispar de discos y autores la figura del compilador?
—Elegí los colaboradores por afinidad, por admiración, por curiosidad, por distintas razones. Los discos nacieron desde la charla con cada uno, aunque varios fueron sugeridos por mí pensando en las cualidades y los conocimientos del escritor. Trabajé uno por uno con el autor y creo que esa fue una buena decisión. Me permitió tener una relación muy íntima con cada texto y, al mismo tiempo, la posibilidad de encontrarme con la personalidad del escritor para proponer y sugerir según el caso. De todos modos, mi rol también se terminó de definir cuando me senté a escribir el cierre del proyecto. Aunque en todo momento lo sentí como un proceso colectivo.
—¿Cuál es tu mirada de la escena, qué la compone?
—La escena es lo que se ve todos los días en las redes y lo que pasa cada fin de semana. Músicos, artistas, diseñadores, periodistas, gente que anda dando vueltas, prensas, espacios para tocar, curiosos, público eventual. Lo interesante, me parece, es el cruce que se da entre diferentes propuestas, no solo desde lo musical. Una escena se construye permanentemente, con sus momentos de explosión y de retracción. Los últimos cinco años han sido increíbles acá en Córdoba marcando un camino visible hacia la profesionalización. Pero también muchas trabas, mucho desgaste y acompañamiento dispar del público. Creo que el libro sirve un poco para pensar el rol de cada uno dentro de lo que ha venido pasando. Desde el año pasado hay una contracción inevitable, sobre todo por los vaivenes de la economía y por el fin de un proceso político y cultural muy particular. Eso demuestra que una escena musical está bajo la influencia no solo de otras disciplinas cercanas, sino también de un contexto cultural más amplio. Creo que el aporte de la tecnología y el conocimiento al alcance de la mano han sido claves en el desarrollo artístico de muchas de las propuestas. Ese es el signo fundamental de nuestros tiempos. De todos modos creo que con eso no alcanza. Si no hay interés en probar nuevas formas, en salirse de los esquemas, en profundizar técnicamente, todo el resto es efímero. Hay mucha información y muchos recursos dando vueltas, eso es innegable. Sigue siendo muy difícil salir de Córdoba, pero también es cierto que las fronteras son cada vez más blandas.
—¿Existe una discusión sobre el under? ¿El libro funciona como una mirada sobre esa cuestión?
—El libro habla de under porque ninguno de los discos retratados ha superado las mil copias vendidas, ni por asomo. Eso es un dato concreto y me parece que también habla de un momento particular en la industria musical. Sí es un argumento para los que sostienen, como yo, que en la música argentina hay una renovación increíble, y que muchas propuestas quedan relegadas por las prácticas propias de los agentes más tradicionales del sector. Varias -si no todas- las bandas del libro podrían sonar en las radios de mayor impacto, pero solo algunas lo han logrado, y cuentan con apoyos concretos que han facilitado esa situación. Esto es una escena trata de rescatar el hecho de que un disco pueda ser un trampolín para elaborar teorías y pensar las canciones más allá de su literalidad sonora y lírica. Es gente produciendo sobre lo que otros han producido. Pero también hay una mirada general que apunta a darle una entidad simbólica mayor a discos que no son mundialmente conocidos. Es necesario ampliar el foco y la oferta para el gran público. Hay músicos que están haciendo un trabajo muy fino. Me parece interesante mostrar y discutir eso. Todo bien con Charly García o Spinetta, son próceres, pero el rock y el pop argentino tiene una actualidad apabullante en materia artística. Vale la pena sentarse a descubrir bandas o, como en este caso, salir a verlas cualquier fin de semana. Ojalá el libro sirva como un mínimo incentivo para que más gente empiece a hacer eso como algo mucho más normal.
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