Seguinos en

Especiales

Oasis de película: Supersonic o cómo ser una estrella de rock

Publicado

el

¿Me estás preguntando si soy feliz? Tengo 87 millones de euros en el banco, tengo un Rolls Royce, tengo tres acosadores, soy parte de la banda más grande del mundo y estoy por tener un palco en el Manchester City. ¿Que si soy feliz con eso? No, no lo soy ¡Quiero más!”.
Noel Gallagher, 1996.
Desde los ensayos en el sótano de The Broadwalk hasta “el concierto de la década” en Knebworth ante medio millón de personas; desde la desolación signada por la crisis familiar hasta el control del puto mundo; desde la fragilidad de un vínculo casi telepático entre dos hermanos hasta los escándalos sin retorno. El documental de Oasis, producido por los propios Liam y Noel Gallagher y dirigido por Mat Withecross, un director que ya nos ha mostrado su afición por el mundo biográfico del rock en su filme Sex & drugs & rock & roll basado en la vida y obra de Ian Dury, cuenta la historia de lo increíble: dos jóvenes de extracción obrera (working class) fanáticos de los Beatles que deciden formar una banda para hacer algo con sus vidas, y la convierten en uno de los mayores fenómenos musicales que han tocado suelo terrestre en tan sólo… ¡tres años! Pero la cosa se pone interesante cuando Supersonic se plantea ante los ojos del espectador como una auténtica lección sobre convertirse en estrellas de rock, tanto arriba del escenario como abajo, legitimándose con un puñado de grandes canciones y un estilo único.
original

El contexto

Situémonos en los tempranos y convulsionados años 90’s en el Reino Unido. Por un lado, tenemos el fenómeno de las raves y la irrupción de la música electrónica en la juventud que, por aquellos tiempos, ya se encontraba en una etapa mas profesionalizada y audible gracias al mérito de los hijos de Brian Eno y David Bowie quienes, poco a poco, comenzaron a copar los clubes nocturnos de los centros urbanos, atrayendo a miles de personas por la uniformidad de las cortinas sonoras que ofrecían los nuevos protagonistas. A cambio de unos pocos pesos, uno podía experimentar esa energía liberadora, desprendida de una nueva estructura musical y la extensa duración de los “tracks”, que inducía a los escuchas en un estado de éxtasis profundo.
Por el otro lado, tenemos esa suerte de revival de la British Invasion que volvía a inundar a la industria, desde la aparición del movimiento Madchester a mediados de los 80’s, con la simbología de la cultura británica como la Union Jack (algo que se convertiría en el sello visual más significativo de los hermanos Gallagher). Se trata de una época en la que el mito adolescente y la rebelión urbana aún tenía vigencia. La gente se preocupaba por saber lo que estaba sucediendo allá afuera. Esta suerte de bisagra entre dos movimientos antagónicos fue la que pavimentó el terreno para dar lugar al surgimiento de Oasis.

Early years: Broadwalk, el barrio y los sueños

Si bien la situación de la mayoría de las bandas emergentes de Manchester por aquel entonces era poco más que deplorable, había un margen de maniobra para cortar unos cuantos tickets y poder financiar, aunque sea, un chute. Dicho margen estaba aceitado por una serie de clubes y grupos que se encargaban de brindarle vitalidad a la escena. El mítico Broadwalk fue el lugar primordial donde se caldearon los inicios de la locura, ya que fue en su sótano donde tuvieron lugar los primeros ensayos de la banda.
En este punto los caminos de los hermanos Gallagher aún eran distantes, pero cada uno de ellos iba a lograr, a su manera y en espacios físicos diferentes, generar el capital necesario para comprender el mapeo que los llevaría al éxito. Liam lo haría desde el barrio, la ropa, el enojo, la catarsis, el desencanto, las borracheras y el fútbol: “toda mi vida por aquel entonces era firmar el paro, sacar el dinero, cobrar mi desempleo, ir a ‘Sifters’, agarrar un disco, comprar algo de hierba, ir a ‘Greggs’, volver a casa y pasar el día de aquí para allá. Estaba obsesionado con estar en un banda. Jodidamente obsesionado”. Noel, por su parte, estaba algo más familiarizado con los escenarios desde el backstage de los Inspiral Carpets, donde se desempeñaba como un simple técnico de baterías con una gran fuerza creativa, todavía por descubrir: “formaba parte del equipo de ayudantes (…), esperando que me echasen porque mentí descaradamente haciéndoles creer que sabía algo. Miraba a esos tipos tocando y pensaba que algún sería yo el que ocupe ese lugar”.
Estas declaraciones nos dan a entender que desde el primer día compartieron el hambre de gloria, la esperanza y los sueños. Además, podemos dilucidar algo que muchos critican (en su justo juicio) de la banda hasta el día de hoy: la arrogancia. Lo cierto es que nunca tuvo tanto sentido el despliegue de tal comportamiento. Vamos, innovaron cuando todos creían que era imposible y llegaron a la mismísima cima a fuerza de talento, proyectados desde los suburbios industriales, con los bolsillos vacíos y algunas canciones bajo el brazo. ¿Quién no se comportaría igual? 

Serás una estrella de rock o no serás nada

En el año 1973, durante la producción de Live in Pompeii de Pink Floyd, el cerebro de la banda Roger Waters, ante la señal de alarma que muestra el entrevistador por el supuesto abuso de las máquinas, responde: “no me parece mal que los artistas aprovechen los recursos que tienen a disposición. Lo importante es cómo los usan, que las máquinas no se apropien de su obra, sino que sea él quien tenga el control. Podrás tener una Gibson Les Paul, pero eso no te convertirá en Eric Clapton”. Esta interpretación es muy bien entendida por los hermanos Gallagher, quienes se dieron cuenta que tenían todo para convertirse en estrellas de rock de la noche a la mañana. Podrás tener las gafas de John Lennon, pero eso no te hará John Lennon.
“Nuestro niño” (como lo llamaban cariñosamente al menor de los dos) contaba con buena pose, presencia, actitud y una naturaleza insólita para comportarse como un verdadero hijo de su madre. Lo diferenciaba de otros frontman de la época lo innato, todo aquello que no se puede comprar o aprender en una academia asistiendo a clases dos veces por semana. Simplemente lo llevaba en la sangre. En cuanto al mayor, no hay mucho qué decir, más que resaltar su facilidad para ser una autentica fábrica de hits, sin tener en cuenta que era el único capaz de disciplinar a su impulsivo hermano. Una vez unificadas sus aspiraciones y moderados los egos, el resultado posible era uno solo: personalidad. Algo muy importante para aquel entonces, tanto así que es de los pocos factores que extienden su relevancia hasta la actualidad.
La combinación de estos elementos, reforzados con un peculiar manejo de la discursividad ante la prensa, el entendimiento de ese negocio llamado Rock & roll y un equipo de trabajo eficiente los llevaría derecho a la cima. Serían auténticas estrellas de rock, algo que hoy en día nos resulta distante, ridículo y hasta imposible. No es tan complicado, dejemos los eufemismos de lado y vayamos a lo que importa: drogas, chicas y fútbol.

El rol de la prensa

Hacia 1993 no había ni un párrafo escrito de Oasis, tres años después ocuparían la portada de todos los suplementos, siendo motivo de controversia en más de una ocasión, ya sea por aquella vez que fueron deportados de Holanda debido a una riña con hinchas del West Ham o por afirmar que consumir drogas era como levantarse y servirse una taza de té en la mañana. La obsesión que adquirieron los hermanos Gallagher por parte de la prensa rosa resultó ser la mejor publicidad, al punto mismo que ésta se arrodillo al catalogarlos como la banda de rock más grande desde los Beatles: “no vamos a negar nada que se haya escrito sobre nosotros. ¿Por qué deberíamos hacerlo? Ellos quieren escribir, perfecto. Somos felices con eso. Nuestra música va a resistir el paso del tiempo. Eso es un hecho. Todo esto de la prensa y todo eso de que nosotros somos tal y cuál se olvidará en unos años. El mundo se habrá olvidado de ello. Los discos que hacemos estarán en las tiendas siempre”. Y aquí estamos, 20 años después, hablando de lo mismo.
OASIS – SUPERSONIC || TRAILER 2016

Ad Banner 300 x 250