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El Bajo Eléctrico – Historia de una evolución

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Los instrumentos musicales son como las personas: a lo largo de su vida adquieren características e historia propias. Tienen un origen, un nacimiento, un desarrollo, alcanzan una madurez a veces notable. Algunos luego de cumplir su ciclo desaparecen, dejando recuerdos, grabaciones y una entrada en Wikipedia. Otros en cambio, perduran en el tiempo para revolucionar la música transformando estilos, dando origen a nuevos y marcando de forma subliminal el camino que sigue la cultura de una era. Esta nota es acerca de un instrumento que tuvo una importancia mucho mayor en la historia de la música popular que la que comúnmente se le atribuye. Un instrumento en franco camino hacia la inmortalidad.
Cuenta la historia que en el año 1957, durante una sesión de grabación del disco Jailhouse Rock de Elvis Presley, el bajista Bill Black monto en cólera. Habían pasado varias horas y no quedaba conforme con la introducción del tema «You’re So Square, Baby I Don’t Care», donde el bajo comienza con un motivo ligado, que luego ha sido reproducido en miles de otros temas de rock and roll. La razón de su descontento tenía que ver con la frustración que le provocaba este nuevo instrumento que Elvis le obligaba a tocar, en lugar de su conocido contrabajo. Luego de intentarlo una vez más, decidió que ya era suficiente y tiro el bajo por piso antes de salir a los gritos del estudio. Elvis, muy tranquilo, levanto el instrumento, se sentó en una silla y pidió hacer una toma más, donde intentaría tocar el dichoso riff él mismo. Luego del primer intento, quedó conforme y así dejo el primer registro grabado de un bajo eléctrico tomando un papel destacado en una canción. Pero para que esto ocurra, muchas cosas pasaron antes. Algunas de ellas, aún casi desconocidas.
Uno de los aspectos principales del bajo eléctrico que es comúnmente confundido tiene que ver con su origen. Generalmente el bajo es asumido como un “hijo bobo” del contrabajo, y es fácil entender el porqué. Debido a que el contrabajo está asociado directamente a la música clásica y barroca desde el siglo XVII, es muy sencillo imaginarlo como el “abuelo” de los instrumentos de cuerda graves. Sin embargo, podría ser que los antepasados del bajo eléctrico que conocemos hoy en día hayan existido desde la misma época o incluso antes, en la familia de los laúdes.
Los laúdes son instrumentos de cuerda que se tocan en forma horizontal como las guitarras, cuyo origen se remonta a la edad media. Eran fabricados en varios tamaños y registros, desde los pequeños y agudos hasta los más grandes y graves. El desarrollo de los laúdes graves o bajos estuvo siempre limitado por una razón práctica, antes de la electricidad y la amplificación, los instrumentos dependían de su propio “cuerpo” para generar el sonido. La madera con la que estaban construidos debía resonar lo suficientemente fuerte para ser oídos en medio de una orquesta. Y para los sonidos graves esto es un problema, ya que se necesita de mucha madera para obtener un buen volumen. Debido a esto, los laúdes bajos eran relativamente cómodos para tocar por su tamaño reducido, pero eran prácticamente inútiles en una orquesta debido a su escaso volumen.
El extremo opuesto era el contrabajo, que siendo particularmente incómodo por su gran tamaño, emite un sonido con un volumen adecuado para funcionar en una orquesta, por lo que con el tiempo se hizo más popular.
Esto indica que desde centenares de años atrás, se desarrollaron en forma paralela bajos “verticales”, como el contrabajo y bajos “horizontales” como los laúdes bajos, razón por la que es justo decir que bajo y contrabajo son dos instrumentos desarrollados en forma paralela y con antepasados distintos, en una relación de “primos hermanos” donde el contrabajo dominó la escena. Al menos por un tiempo.
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Going to California (Made up my mind to make a new start)

Durante la primera mitad del siglo XX, hubo muchos intentos de fabricar un bajo con una tecnología similar a la guitarra eléctrica, nacida alrededor del año 1930. El primer prototipo funcional que se conoce fue el Tutmarc Bass patentado en 1935, aunque no tuvo buena aceptación entre los músicos y desapareció sin dejar mayor registro. En el año 1951, en California, Leo Fender patentó lo que fue el primer bajo eléctrico con éxito comercial, siguiendo los principios de construcción y diseño de la guitarra Fender Broadcaster. El resultado de este experimento fue el Fender Precision, que venía acompañado con el primer amplificador diseñado especialmente para el bajo eléctrico que aún hoy en día seguimos admirando: el Fender Bassman.
La motivación original de Leo era liberar a los bajistas de la incomodidad del gigante de madera, pero también quería construir para sus guitarristas clientes un bajo que pudieran aprender a tocar relativamente rápido, con una técnica similar a la de la guitarra. Eso les permitiría tener trabajo extra en los estudios y en shows en vivo, algo muy apreciado en el momento debido a la reducción en el tamaño de las bandas musicales, que a fines de la década del ‘40 y debido a razones económicas se veían obligadas a prescindir de algunos músicos.
Fender tardó varios años en lograr imponer el nuevo instrumento, y obtuvo el apoyo desde donde menos lo esperaba. Lionel Hampton, el famoso vibrafonista de jazz, recibió como regalo de manos del propio Leo un Fender Precision en el año 1952 y quedó encantado con el sonido del instrumento. De inmediato le sugirió a su bajista Roy Johnson que comience a utilizarlo ya que le proveía un sonido único a la banda. De esta manera planeaba diferenciarse de las demás orquestas de la época. Una buena estrategia comercial.
Conforme pasaba la década, las noticias sobre el “nuevo engendro” de Fender se dispersaban con lentitud. Eventualmente el sonido del Precision llego a los oídos de un joven Elvis, quien intuía la fórmula del éxito y no dudó en incluir el nuevo instrumento en su banda. Lo que vino a continuación da fe de que sabía lo que hacía.
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Catching the Butterfly (I’m gonna keep catching that butterfly, In that dream of mine)

La guitarra eléctrica estaba dando vueltas desde la década del 30, el set de batería usado en el rock también y promediando la década del 50, cuando proliferaban los grupos pequeños que incluían una o dos guitarras, una batería y un contrabajo, el sonido del rock & roll comenzaba a esbozarse. Todo funcionaba muy bien, hasta que el volumen de la música y su intensidad aumentaron notablemente. Entonces el contrabajo perdía su presencia y terminaba siendo una bola de ruido indefinida al fondo de todos los demás instrumentos, la música perdía su base armónica y rítmica y no había forma de sostenerla.
Aunque el primer objetivo del Fender Precision era emular el sonido del contrabajo (de hecho los modelos hasta el año 1978 incluyen una almohadilla de goma presionando las cuerdas para reproducir el característico sonido “cortado” del contrabajo), el nuevo instrumento era más potente, definido y con un sonido sostenido gracias a la amplificación eléctrica, lo que permitió que toda la banda toque de forma más intensa sin perder la armonía, que los bateristas comiencen a golpear mas fuerte los parches y subdividan el ritmo de otra manera en el hi-hat. Un poco de esto… un poco de aquello…una actitud… una guitarra que se satura… y casi sin proponérselo aquellos “That’s Alright Mamma” de Elvis se transformaron en una de las mayores revoluciones culturales y sociales que se hayan conocido: el Rock and Roll.

Surfin U.S.A (Waxin down our surfboards)

Para la década del ’60, ya otras compañías como Rickenbaker, Danelectro y Gibson habían lanzado sus modelos de bajo eléctrico mientras Fender diseñaba el modelo Jazz Bass, más cómodo para los guitarristas debido a su diapasón más angosto. Mientras tanto, el estilo que empezaba a sonar con fuerza en la costa oeste de los Estados Unidos era el surf rock, en bandas como Dick Dale y Los Ventures, equipadas con bajos Fender. El surf rock fue el primer estilo que adoptó al bajo eléctrico como “mandatorio” y significó un envión comercial muy grande sobre todo porque la juventud en masa se volcó con entusiasmo a este nuevo estilo, que copaba las radios de todo el país. Eran tiempos en los que había un campo fértil para el desarrollo y la innovación musical, y los voluntarios dieron un paso al frente.

Absolute Beginners (With eyes completely open, but nervous all the same)

Un elemento esencial para mantener la vigencia de un instrumento musical es la aceptación por parte del público. Ninguna compañía invertiría en producir un instrumento que es indiferente a los oyentes, por lo que una enorme tarea caía en manos de los pioneros del bajo, difundir este nuevo sonido. Y quienes mejor para esto que los músicos sesionistas de estudio, quienes tocaban en infinidad de grabaciones de distintos estilos.
Dos guitarristas de sesión que encontraron en el bajo una forma de aumentar su trabajo a comienzo de los 60’s fueron Carol Kaye (Quincy Jones, Beach Boys, Ray Charles, Frank Sinatra, Simon & Garfunkel, entre otros) y John Osborn (Ricky Nelson, Mama’s and the Pappa’s, The Carpenters, Johnny Rivers). Ellos llevaron el sonido del bajo eléctrico a millones de oídos, grabando en cientos de hits de la época. Las grabaciones de ambos muestran un sonido muy limpio y claro, combinando el peso de los graves del Fender con “novedades” rítmicas y rápidos fills traídos del mundo de la guitarra. La importancia de ellos dos además está dada por haber contribuido enormemente a delinear los lineamientos estilísticos del nuevo instrumento. Pero aún hacía falta un elemento que genere identificación y fanatismo por el bajo. Aún se esperaba por un héroe.

The boy with no name (So much time looking for someone to blame)

Fue un bajista de Detroit, James Jamerson, el primer virtuoso que expandió las posibilidades musicales del bajo a niveles que no habían sido alcanzados. Como músico sesionista del sello Motown Records, grabó en incontables grabaciones entre los años ‘60 y ‘80 con artistas como Stevie Wonder, Marvin Gaye, Aretha Franklin, los Jackson 5 y otros. Su forma de tocar inspiró a miles de bajistas que en aquellos tiempos ya no provenían del contrabajo o de la guitarra sino que se iniciaban en la música a través del bajo eléctrico. Sus líneas de bajo evolucionaron desde una complejidad media hasta convertirse en verdaderas composiciones que no dejan de sorprender mientras funcionan como una estructura armónica perfectamente balanceada, y proveen una capa de movimiento y groove únicos. Sin embargo, su nombre no fue conocido hasta después de muerto en el año 1983, ya que Motown no solía incluir los nombres de los músicos de sesión en las portadas de sus discos. A pesar de su anonimato, su música y la de los otros pioneros del bajo cruzaron fronteras. Y océanos…

America is not the world (See with your eyes, touch with your hands, hear through your ears)

Allá por los años 60’s, el rock americano ya estaba establecido y en franco crecimiento. Un joven inglés escuchaba desde su casa, en los suburbios de Liverpool, cada noche, cada instrumento, en cada canción que sonaba en la radio trayendo las novedades de la escena americana. Paul McCartney, al igual que sus futuros compañeros, era un chico con una facilidad musical notable. Si bien se inicio en la guitarra, luego de un fugaz paso por la trompeta, Paul se convirtió en bajista luego de que Stu Sutcliff dejara la banda para enfocarse en sus pinturas y dejara el puesto de bajista de los Beatles vacante; fue entonces cuando el talento de este chico se volcó a un instrumento con apenas un decenio de existencia. Si bien las primeras grabaciones de Paul al bajo ponen el foco en una rítmica desbordante de swing (vamos, alguien aún cree que la Beatlemania fue solo resultado de una movida comercial? ¡Esos pibes volaban!). Con el tiempo, Paul comenzó a elaborar sus líneas de una manera melódica muy novedosa y única e incluso a aumentar la complejidad rítmica en sus bases. Todo esto siempre al servicio de canciones que no dejaban de ser #1 en todas las listas. De ahí su genialidad e importancia.
Si Kaye y Osborn fueron claves en difundir el sonido del nuevo instrumento, y Jamerson fue el primer bajista en explorar los limites más lejanos de la elaboración musical, Paul se encargo de que absolutamente todo el mundo reciba el mensaje. Ya nadie en el mundo podía decir que desconocía la nueva música pop/rock.
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British Legion (Sing to me like I know you can, or go where I be)

Es innegable el envión cultural que provocaron los Beatles con su aparición en la escena británica, y el fruto de ello comenzó a verse desde finales de la década del 60 y prácticamente en todos los 70’s. Bajistas como John Paul Jones y sus líneas creativas y un groove que nunca fallaba, John Entwistle y un estilo agresivo y distorsionado, Chris Squire, quien quizá igualo el plano del bajo con el de la guitarra en el sonido de Yes o Jack Bruce de Cream, con su estilo jazzístico. Todos ellos, y algunos otros más, aportaron nuevas ideas desde el instrumento para reformular el género que en esa década tuvo como epicentro a Gran Bretaña. Cada banda parecía reinventar el rock, desde los sonidos y las técnicas hasta la tecnología de los amplificadores. Toda esa década funcionó de forma sinérgica, donde cada banda se influía y motivaba con el progreso de las otras. Es la época por excelencia del virtuosismo instrumental, es muy fácil relacionar los 70’s con los máximos exponentes de cada instrumento. Seguramente esta década fue uno de los períodos más fructíferos en la evolución de la música popular. Y el bajo siempre estuvo como variable de cambio y renovación sonora.

Under my thumb (Take it easy babe… it’s alright)

Mientras el rock de los 70’s seguía generando grandes instrumentistas, otros nuevos estilos se iban forjando a partir del bajo eléctrico. En Texas, Larry Graham inventaba la técnica de Slap, donde las cuerdas del bajo se golpean con el pulgar y se enganchan con el dedo índice y mayor, generando un sonido percusivo intenso que dio origen al funk que escuchamos hoy en día. Stanley Clarke, el famoso bajista americano quien fue uno de los primeros en poner al bajo eléctrico en el lugar de instrumento solista, además de innovar con técnicas y sonidos dentro del mundo del jazz y el funk, inspiró a quien poco tiempo después se convirtió en el más grande bajista de todos los tiempos, Jaco Pastorius, que revolucionó el mundo del bajo como no había pasado desde James Jamerson. No hay bajista que no se sienta conmovido al escuchar el groove, la rítmica, el swing y el sonido con que tocaba Jaco en Weather Report, en sus discos solistas, con Al Di Meola, Herbie Hancock o Joni Mitchell.
Muchos otros los han seguido: los 70’s, 80’s y 90’s dieron grandes músicos como Sting, Gail Ann Dorey, Flea, John Deacon, Geddy Lee, Stuart Zender y muchos más. La música es constante evolución, pero al final de todo, cuando de bajo se habla, lo primordial e inalterable es la importancia del groove. Esa combinación de rítmica y dinámica que lejos de ser matemática, es 100% humana. Las pequeñas imperfecciones que hacen que suene perfecto, el momento preciso en que la precisión se toma una licencia y el espíritu humano en su máxima expresión toma el control. Nada existe sino el groove.
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Idiotheque (Ice age coming, ice age coming… Let me hear both sides)

El presente y futuro del bajo se encuentra en una evolución muy veloz y una metamorfosis a nuevas formas y estilos, al punto tal que los sintetizadores ya lo superaron en la generación de sonidos nuevos. Hoy en día, atravesamos una época donde la producción tiene un papel mucho más importante en la música que años atrás. Los discos, a veces sobreproducidos, restan protagonismo a los instrumentistas y dan prioridad a la calidad del audio y a la innovación tecnológica. Es sencillo ver la razón por la que no se encuentra ahora la cantidad y nivel de instrumentistas destacados del pasado.
Los sonidos bajos impactan directamente en la potencia y empuje de una banda, como claramente se ve también en la música electrónica. Lo sentimos en los conciertos, lo sentimos en los discos y hasta en los sistemas de audio que desde los ‘90 incluyen funcionalidades especiales para enfatizar los graves. Hacia el futuro se ve una divergencia entre quienes siguen apostando al instrumento de cuerdas y quienes se vuelcan a los sintetizadores, y dependerá de la creatividad de los nuevos músicos explotar los límites de la tecnología musical y la posibilidad de hacer converger ambos caminos.
La música es cautivante por muchas cosas. Hay tantas formas distintas de emocionarse con una canción como oyentes hay en el mundo, eso la hace fantástica y única. Hay quienes aman el sonido estridente y vibrante de una guitarra soleando, quienes se emocionan con la melancolía de una voz de blues, quienes se enamoran del sonido puro y cristalino del piano. Para quienes sentimos ese placer orgásmico al sentir un bajo golpeando con singular precisión junto al bombo para dar lugar a una nota suspendida,  una variación y nuevamente un golpe sincronizado… Esto se repite, se convierte en un groove… Lentamente nuestros pies se empiezan a mover al ritmo, el corazón se acelera y los espasmos nos recorren el cuerpo en cada encuentro. Los ojos se cierran y no podemos dejar el trance y el aire que golpea el pecho de nuevo. Una emoción que nos invade el cuerpo, se apodera de nosotros, y acá viene otra vez….

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