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Peter Hook and The Light en Vorterix: soy tu fan

El ex Joy Division y New Order hizo un repaso de los discos Technique y Republic más otros clásicos de su carrera.

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Fotos: Christian Pettinicchio (@mis4ojos)
“This is ‘Regret’”, fue lo único que dijo Peter Hook antes de arrancar su show. Esta nueva visita –ya se le hizo costumbre al mancuniano pisar tierras argentinas– lo trajo haciendo un repaso por dos discos que fueron perdiendo presencia en los shows de New Order y que el bajista decidió hacerles justicia con su actual banda The Light: Technique y Republic.
La guitarra de David Potts, aquel que hizo dupla con Hook en Monaco, imitó a la perfección los riffs de Bernard Sumner para dar comienzo a “Regret”, y de alguna manera Hooky aprovechó para aclarar que no se arrepiente de nada. Luego de las conocidas disputas personales y legales que tuvo con sus ex compañeros de New Order, las cuales desembocaron en un acuerdo económico por los derechos de las canciones, Hook decidió vender toda la memorabilia de Joy Division que acumuló a lo largo de los años. Pero de algo no pudo desprenderse: las canciones.

El concierto estuvo dividido en tres secciones: primero el set de Republic; luego de un break, el set de Technique, con las canciones tocadas en el mismo orden que aparecen en los discos; y por ultimo una tercera parte con el encore compuesto por otros clásicos de New Order y Joy Division. Todo en una lógica archivística a lo Roger Waters cuando repasa álbumes de Pink Floyd.
La primera parte del concierto tuvo altibajos, con versiones ajustadas de “Regret”, “World” o “Young Offender”, pero también con desperfectos en las voces, saturaciones del sonido y cierto cansancio en “Everyone Everywhere”, “Chemical” y “Special”. Valió la pena atravesar esos pasajes agridulces para llegar a la parte de Technique. El público quería soltarse y Peter Hook les dio pista para que baile. “Fine Time” y “Mr. Disco” trajo la noche mediterránea del mejor acid house de Ibiza y, gracias a sus programaciones y arreglos, Martin Rebelski se ganó muy bien su sueldo.

“True Faith” fue el anuncio de Hook para dar comienzo a la tercera y última parte del recital. Como si fuese una banda contratada para una fiesta, Peter Hook and the Light metió mano a los hits megalegendarios de New Order y Joy Division. Entonces el clásico sonido de bajo de Hooky tomó protagonismo y dio rienda suelta a una versión preciosa de “Ceremony”, ese clásico que sirvió de puente para la mutación de Joy Division a New Order. La acelerada “Disorder” tuvo a Paul Kehoe en la difícil tarea de emular el beat nervioso de batería de Stephen Morris. “She’s Lost Control”, “Shadowplay” y “Transmission” se alejaron –un poco– de la oscuridad de sus versiones originales de estudio para dar muestra de la veta punk de Joy Division, a cargo casi exclusivamente por la arenga de Hook. Luego de pegarle trompadas a un pad para acentuar los golpes de batería electrónica, Hooky y su hijo Jack Bates se pusieron al borde del escenario con sus respectivos bajos para encarar la melodía de ultratumba de “Love Will Tear Us Apart”. La canción dejó de ser –por lo menos en la noche de Vorterix– ese lamento amoroso y personal de Curtis y se convirtió en un himno de comunión rockera comandado por Hook.

Por suerte su visita no es la única de esta semana: Nick Cave y Peter Murphy completan la trifecta de recitales que emocionan al amante del postpunk y derivados. A Peter Hook no le importa caer en ciertos gestos que para el público crítico pueden estar mal vistos. No le importa que estén dos bajistas en acción pero tener colgado el bajo y prácticamente no tocarlo en todo el recital –delegando responsabilidades en Jack Bates- ni simular el canto de barítono apenado de Ian Curtis. Tampoco le importa que el show sea predecible y pierda fluidez debido a cómo está estructurado. No le importa porque su concepto de show gira en torno a complacer al espectador, en dar todo de sí, entregarse al público, cantar hasta ponerse colorado, sacarse la remera y revolearla hacia la gente. Peter Hook brinda el recital que el fanático quiere, porque él se autoproclama “el fanático número 1 de Joy Division” (y seguramente también de New Order). Él, su banda y todos los presentes saben que la búsqueda en escena no es la contemplación, sino el goce, el placer que emerge del dolor, ese que marcó toda la discografía de New Order.

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