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Motorama en The Roxy Live: que la música hable

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El martes 2 de febrero Motorama, la banda rusa de post-punk, pisó por primera vez tierras argentinas y brindó un show vertiginoso y contundente en The Roxy Live.
Las referencias a bandas rusas –especialmente de post-punk- son escasas. Quizás el memorioso de inmediato nombre a Kino, la banda soviética liderada por el legendario Viktor Tsoi, o alguno que esté más atento a lo que sucede en la actualidad mencione a Inga Copeland, la joven rusa compañera de andanzas de Dean Blunt y representante de un synthpop experimental que la trajo a nuestro país en diciembre pasado, en el marco del Festival Hyperlocal.
Por eso la llegada de una banda como Motorama despertó interés entre el público entusiasta de los sonidos más ásperos de los 80, porque ver en vivo a un grupo ruso representando una música que le hace un evidente guiño –pese a que ellos les moleste el rótulo- a aquellas bandas ancladas en la escena mancuniana liderada por Joy Division, es un ingrediente de atracción ineludible, que sumado a sus buenas producciones discográficas genera una gran expectativa en todo aquel que se anime a verlos en vivo por primera vez.
Pero antes de los rusos el ambiente se adobó con dos bandas locales que no escapan a los sonidos ochentosos que la noche preparó para los que asistieron al local palermitano. Primero Error Positivo, el grupo liderado por el periodista Maxi Martina, abrió juego bien temprano –la luz de la tarde todavía resistía– con canciones atravesadas por una corriente punk y revestidas de colores psicodélicos, siempre con las guitarras como punta de lanza en su música.
Luego vino el debut en sociedad de Carmen, dúo integrado por Pablo Spektro en voz (cantante de WDK) y Dan Martinotti en guitarra (baterista de Telépatas), que –pese a un comienzo fallido que obligó a un corte de unos minutos para arreglar un desperfecto con la guitarra y la computadora programada- recorrió los sonidos más oscuros de la new wave y el post-punk en clave bailable. Un cover en castellano de “Bizarre Love Triangle” de New Order fue el toque de atrevimiento justo para un proyecto que promete mucho.

El debut de Motorama en Argentina

Después de una corta espera, con una mitad del Roxy llena, llegó el momento esperado, a las 21:15 se abrió el telón para dejar ver a Alexander Norets en teclados y Oleg Chernov en su batería de dos cuerpos semi-electrónica –compuesta por un redoblante, un pedal y un pad electrónico en reemplazo del bombo-, a los que se sumarían de inmediato Maksim Polivanoc en guitarra y Vladislav Parshin en bajo y voz.
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Fotos: Christian Pettinicchio

Sin dirigir palabra al público, comenzaron con “Corona”, para que la melodía guiada por los teclados de Norets -de actitud impasible durante todo el show con una mano en el bolsillo de su campera- sea coreada por la gente. Un “Gracias” tímido sin levantar la mirada por parte de Parshin –esa sería prácticamente la única interacción de la banda con el público- anticipó la intro de bajo en “To The South”, con un beat acelerado y un sonido de hi-hat seco que marcó la cancha para el resto del concierto.
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En “Dispersed Energy” se dio el primero de los tantos intercambios de guitarra y bajo en la noche entre Polivanoc y Parshin -la bajista Airin Marchenko no es parte de esta gira, ya que se ha quedado en su casa cuidando a su hijo fruto de su relación con Parshin-. Un falso arranque para “Heavy Wave”, el primer “hit” de la noche, hizo que la muchachada se encienda abajo del escenario. Los acordes sueltos de la guitarra generaron un sonido expansivo similar al logrado por Robin Guthrie en los primeros discos de Cocteau Twins.
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Luego de “Red Drop” sonó un tema nuevo que todavía no tiene nombre y seguramente sea parte del próximo álbum de la banda. Parshin se sacó su gorra con visera, retomó el bajo y disminuyeron una marcha con “Rose In The Vase”, tema que podría ser parte de alguna banda del sello Captured Tracks, como DIIV por ejemplo; la gente se prendió y siguió el ritmo con palmas. En “Ghost”, quizás la primera canción que puso en el mapa musical a Motorama, la intensidad del beat no paró de subir y el público no paró de saltar.
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Thank you very much” fue lo más extenso que dijo Vladislav, lo suficiente para que todos lo vitoreen y alguno incluso le grite “¡Te quiero!”. Siguió “Alps” y un pequeño pogo se armó en The Roxy Live. Chernov se convirtió en Stephen Morris para “Lottery”, con los cuatros miembros de la banda ajustadísimos y un sonido sin grietas; una pared sónica entre guitarra, bajo y teclados en perfecta sincronía. Se fueron por unos minutos y al volver Parshin anunció que tocarían una canción más. Fue “Eyes”, con una línea vocal melancólica y un riff de guitarra a lo Johnny Marr, que hizo bailar a todos.
Se despidieron con una expresión parca. Un show que duró poco más de una hora; una actitud distante, tímida, casi altiva; un sonido por momentos gélido pero rabioso; y una banda que se nota que está en un gran momento, con un excelente último disco, Poverty, y la sospecha de que regresarán para conquistar más almas. Mientras tanto la voz ya se está haciendo correr: hay que ir a un concierto de Motorama.

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