Corría abril de 1986 cuando Soda Stereo llenó tres noches consecutivas el Estadio Obras Sanitarias en el marco de la presentación de Nada personal -editado un año atrás- y, con ello, se ganaba el corazón del público argentino. Promediando el año -luego de una gira nacional en la que el trío rodó el icónico videoclip de Cuando pase el temblor en las ruinas del Pucará de Tilcara, Jujuy, y con las ventas del disco en permanente ascenso- Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti encararon su primer tour latinoamericano. Con varias fechas en distintas ciudades de Colombia, Perú y Chile, la banda daba un paso inédito para la historia del rock latino.
En medio de esta travesía, el 10 de noviembre, Soda estrenaba Signos -su tercer álbum de estudio- y disparaba por completo su carrera internacional. Sumidos entre el vértigo constante de un éxito imparable y la presión por mantener la llama encendida, el trío decidió incorporar algunos colaboradores. Para ello, volvió a convocar a Fabián “Zorrito” Quintiero en teclados, a Richard Coleman en guitarra y sumó al Pollo Raffo para dirigir una sección de vientos y a Celsa Mel Gowland en coros. Motorizados por la premisa clara de buscar un sonido nuevo, las primeras experimentaciones se dieron en la sala de ensayos. Para la segunda etapa, Gustavo optó por llevarse las grabaciones a su casa para trabajar en las composiciones usando su flamante portaestudio. Pero, tal como él mismo contó, no fue tarea fácil: “Me acuerdo de que me acosté a las dos de la mañana sabiendo que no tenía ninguna letra y que quería entrar a grabar la semana siguiente. Esa noche se rompió el bloqueo, porque me pasaba que la música iba aumentando geométricamente y la letra tan solo aritméticamente y sabía que tenía muchas cosas para decir. Me desperté sobresaltado, puse el casete con la música de los temas y fui escribiendo una letra tras otra”. De aquella madrugada atravesada por una creatividad desbordante nacieron ocho canciones que serían registradas en los estudios Moebio y darían un giro de 360° a la personalidad de Soda.
Sin sobresaltos, pista que da comienzo al disco, refleja las dificultades que tuvo la transición entre ese pop liviano del que Soda había hecho su marca registrada y los temas más profundos con los que buscaba mutar su identidad. “Es un absurdo diseño de pensamientos, nube tóxica sin dirección”, es la línea que se infiltra en la letra casi como un pedido de auxilio.
Dos meses antes del lanzamiento del LP, el primer corte llegó a los oídos de Latinoamérica. Signos irrumpió en las radios en septiembre para abrir las puertas a la nueva propuesta del trío. El magnetismo de sus acordes iniciales y su sonido dark, con reminiscencias a Echo & the Bunnymen, dejaron en claro que la banda se había atrevido a salir de su zona de confort para explorar nuevas sendas musicales.
Ya con la placa en las calles, Persiana americana empezó a sonar en diciembre y, en seguida, su impronta rítmica y la historia que cuenta, entre inquietante y divertida, la transformaron en una de las favoritas. La letra tiene la particularidad de haber surgido gracias a un concurso organizado por el programa radial Submarino amarillo -conducido por el periodista Tom Lupo- en el que se convocó a los fanáticos de Soda para ponerle palabras a una de sus canciones. Quien resultó ganador fue Jorge Daffunchio -director de cine que ejercía como docente en una escuela- pero de la mano de un tema llamado Cine negro. Si bien a Gustavo le había parecido muy bueno, consideraba que era complicado musicalizarlo. Sin embargo, Daffunchio no se dio por vencido y, meses más tarde, logró contactarse con el líder de la banda -quien venía con la idea de llevar la película Doble de cuerpo de Brian De Palma al plano sonoro- y juntos le dieron vida a uno de los grandes himnos soderos.
Prófugos aterrizó en marzo para continuar avivando el fuego. La secuencia de un breve sonido de guitarra eléctrica distorsionada, la batería, el riff principal de guitarra y la incorporación del resto de los instrumentos es el combo que le puso sello a otro hit sin fecha de vencimiento.
El rito se editó en junio y, subió aún más, la apuesta del álbum. Una melodía y una letra cargadas de misticismo la transformaron, rápidamente, en una pieza fundamental del cancionero de Soda. “Sueles encontrarme en cualquier lugar y, ya lo sabes, nada es casualidad”, es un mantra imborrable dentro de su legado.
No existes fue el último single que salió a la luz en septiembre. El post-punk aparece en una canción cuyo sonido crudo genera el clima ideal para este relato sobre la ruptura de un vínculo amoroso. Además, la línea que sentencia “La Polaroid sobre la silla, un brillante truco de apariencias” está inspirada en las sesiones de fotos llevadas a cabo por el artista Caito Lorenzo, quien diseñó la tapa del disco junto con Alfredo Lois.
Pero el tracklist encierra dos joyas más. Al momento de componer En camino, Gustavo invitó a Isabel de Sebastián, en ese entonces, integrante de la banda Metrópoli junto con Celsa Mel Gowland. Con la consigna de escribir sobre el inminente fin de siglo y la promesa de recuperar el tiempo perdido, unieron sus plumas para crear una de las canciones más bellas y poderosas del repertorio sodero. “No me asustan los desvíos, los puentes. Sólo quiero seguir acercándome. Acercándome, puedo encontrar ese paraíso, acercándome, acercándome”, sale de la voz de Gustavo una declaración tan contundente como pasional.
Final caja negra, como su nombre lo indica, es el broche de oro perfecto para cerrar 40 minutos de música influenciada de punta a punta por la dark wave. El misterio y la intensidad se apoderan de una lírica que afirma “Luces como preparado para una muerte elegante y, sin embargo, lates. Aún puedes abrirla” y avanza a pura fuerza rockera.
Soda continuó recorriendo Latinoamérica durante diciembre, ya dentro de la Gira Signos. Cerati y los suyos tocaron en varios lugares de Argentina y visitaron Chile, Paraguay, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Costa Rica y México, hecho nunca vivido por una agrupación nacional. El pico más alto del tour se dio dentro de la edición número 28 del Festival de Viña del Mar, en febrero de 1987, donde la banda se presentó ante una multitud y fue galardonada con la codiciada Antorcha de Plata. La transmisión televisiva hizo que el concierto se expandiera por todo el continente y que se desatara el fenómeno que se popularizó como Sodamanía. De esta gira surgiría en noviembre del mismo año Ruido blanco, un impactante LP en vivo.
Signos fue el primer álbum de rock argentino en editarse en formato de disco compacto y debió fabricarse en los Países Bajos ya que en nuestro país no se contaba con la tecnología necesaria para llevar adelante la producción. Obtuvo la distinción de disco de platino en Argentina, triple disco de platino en Perú y doble platino en Chile. Ninguno de los singles tuvo videoclips, pero esto no fue necesario ya que la música habló por sí sola. Soda había apoyado los pies en la cumbre más alta del rock latino y, aunque parecía que no quedaban conquistas por ganar, en realidad, la leyenda recién comenzaba a narrarse.