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Ese lugar con parlantes llamado “Ahí vamos”

El cuarto álbum de estudio de Gustavo Cerati cumple 14 años

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Cuando Gustavo Cerati pronunció aquel inmortal “Gracias totales” el 20 de septiembre de 1997, abría instantáneamente una bisagra en su carrera artística. Decidido a dejar atrás todo el peso que significaba haber liderado Soda Stereo, su prioridad fue explorar nuevos senderos musicales. Sus primeros trabajos en solitario- empapados de psicodelia, experimentación y sonidos electrónicos- generaron controversias en la crítica y despertaron una mezcla de desconcierto y sorpresa en sus fanáticos, quienes tuvieron que aprender a encontrarse con Cerati de un modo diferente.
El 4 de abril de 2006 salía a la venta Ahí vamos y con ello se marcaría un nuevo antes y después pero ahora dentro de su repertorio como solista. La figura dibujada de Gustavo, en medio de una espiral en blanco y negro que ilustra el arte de tapa, hace foco en la guitarra eléctrica que tiene colgada: la luz que emana desde su interior anticipaba el ADN rockero del flamante disco. La formación de la banda, que contaba entre sus filas con Richard Coleman en la guitarra, Fernando Samalea en la batería -ambos compañeros de Cerati en Fricción- y Tweety González, tecladista de Soda Stereo y ahora coproductor del CD, había sido pensada estratégicamente por Gustavo en consonancia con el reto que tenía por delante.

Crimen fue la carta de presentación con la cual Ahí vamos impactó tanto en la audiencia como en la prensa de manera inmejorable. El combo de balada romántica pop y video clip inspirado en el cine negro americano de los años 40 resultó infalible y el sencillo no tardó en alcanzar el puesto número 1 de los principales rankings latinoamericanos. Esto resulta paradójico ya que Gustavo no tenía intención de incluirlo en el setlist debido a la disonancia de los acordes de piano iniciales con el sonido power del álbum, pero Tweety percibió el hit en potencia y lo convenció de transformarlo en la puerta de entrada a su nuevo material.
La excepción refleja su esencia en la frase que desafía a romper, al menos de forma momentánea, con el ideal rockero que asegura: “y que durar sea mejor que arder”. Pero, además, condensa en sus 4.11 minutos todo el concepto del disco. Junto a unas guitarras distorsionadas y a una batería estridente, Gustavo explicita el pedido de ir a «un lugar con parlantes» en el que la sonoridad tenga el poder de hacernos volar por el aire. ¿Dónde se encuentra ese sitio? Desparramado a lo largo de sus catorce canciones.
Adiós se convirtió, rápidamente, en otro de los himnos de Ahí vamos en el que Gustavo complementa la carga sentimental de la letra -en cuya composición participó su hijo Benito- con un atractivo video. En el mismo, el músico encarna a una suerte de narrador que cuenta la historia de un amor adolescente que no prosperó. Las líneas finales del tema que sentencian «Poder decir adiós, es crecer» se instalaron en el imaginario colectivo, erigiéndose como bandera de superación.
Aunque intentaba escapar a los favoritismos, Gustavo confesó que Lago en el cielo era su corte predilecto de la nueva placa. Por esta razón, decidió que su fuerza sonora y su lírica enfocada en el alcance de la plenitud emocional debían plasmarse en un formato de clip poco convencional. Desde la página web del músico, se lanzó una convocatoria que invitaba a crear un video representativo de alguna parte de la canción que competiría para ser incluido en la producción final. Treinta y cuatro personas resultaron ganadoras del concurso gracias al cual dejaron su huella en este collage dirigido por Andy Fogwill.

Me quedo aquí conjuga las dos pasiones de Gustavo: la música y la tecnología. El track número 6 del LP nació como fruto del sampleo de varias canciones ya que Cerati se encontraba en un hotel sin su guitarra a cuestas y esa fue la alternativa que encontró para avanzar en la composición. Más tarde, en su estudio, volvería a tocar la melodía para terminar de pulir esta gema. Un sillón, un tapiz, una planta, dos parlantes y su viola fueron suficientes para rodar el video en un plano secuencia que luego sería intervenido con animaciones digitales. La idea surgió en el set de filmación de Lago en el cielo por parte de su estilista y amigo, Oscar Fernández Roho. En el primer intento se llegó al resultado esperado, convirtiéndose en uno de los clips preferidos de Gustavo.
Pese al largo camino transitado, la carrera solista de Cerati se consolidó de la mano de este trabajo que, aunque fue producto de un deseo personal por retornar al lugar del que nunca se fue, logró fascinar a sus seguidores y conquistar un nuevo público. La inmediata difusión en la radio y en la televisión demostraron que estaba en lo cierto con sus ganas de volver a descoser las cuerdas y de escribir letras más concisas. Pero la mayor expectativa de Gustavo estaba puesta en el inicio de la gira, ya que sentía que se trataba de un disco hecho para ser tocado en vivo. El pico máximo lo vivió al presentarse, por primera vez, en Londres.
El éxito masivo del álbum se vio reflejado, también, en los múltiples galardones que obtuvo. Entre ellos se cuentan cuatro Premios Grammy Latinos, cinco MTV Video Music Awards Latinoamérica, siete Premios Gardel y dos Rock & Pop Awards. Además, recibió la distinción de Disco de Platino en Argentina y Disco de Oro en México y Chile.
Esa espiral presente en el booklet y en el diseño sobre la superficie del CD, funciona como metáfora de lo que vendría después. El pulso rocker de este material preparó el terreno para que Gustavo arribara potenciado a la próxima estación, aquella en donde todo comenzó. La vuelta de Soda Stereo era una posibilidad cada vez más certera y no tardaría en confirmarse en junio de 2007. “Vamos despacio para encontrarnos” cantaba en Lago en el cielo como si supiera que había llegado el momento de converger con la muchedumbre, respaldado por una identidad afianzada tanto dentro como fuera del trío que lo vio crecer. “¡Ahí vamos!” se lo escucha pronunciar firme mientras, al menguar el sonido de la última canción, enciende su motor imparable.

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