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Resurrección picante: A 20 años de Californication

El 8 de junio de 1999 los Red Hot Chili Peppers lanzaron su disco más importante: Californication. Una historia de rescates, cicatrices expuestas y una amistad gozada alrededor del mundo.

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Pocos grupos de rock han tenido una historia turbulenta como la de los Red Hot Chili Peppers, signada por excesos, muerte, muchas deserciones y las idas y vueltas del estrellato. Pero ¿Qué es peor que una vida de rockstar llena de vaivenes? La nada. Y la Nada fue la palabra que el bajista Flea utiliza para denominar su año 1997: “El año de la nada”.
En ese año los Chili Peppers parecían acabados, con sólo dos shows dados; uno en la TV yanqui y otro muy corto en Japón con un tifón en las inmediaciones. Poco, para una banda que seis años atrás tenía un futuro inmenso gracias al éxito de su disco Blood Sugar Sex Magik (1991). Pero en este período parecían venirse a pique y para colmo a inicios de 1998 echaron a Dave Navarro, su guitarrista de entonces. Con lo cual, una vez más en su trayectoria, se encontraban sin alguien a cargo de las seis cuerdas.
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Malos augurios se avecinaban. Pero fue justo en ese momento cuando Flea propuso la acción que sentaría la base de la regeneración de Red Hot Chili Peppers: “No creo que pueda seguir haciéndolo. La única manera que podría imaginar preocuparme por esto es si conseguimos que John vuelva a la banda”. Así comentó el vocalista Anthony Kiedis en su biografía (Scar Tissue, 2004) las palabras que su compañero sentenció en ese instante crucial de su historia.
El tal John al que hacían referencia no era otro más que Frusciante, el antiguo violero Chili Pepper. Quien ya los había salvado del abismo en 1988, cuando los Peppers se encontraban en un pozo depresivo a causa de la reciente muerte de Hillel Slovak, guitarrista fundador. Con Frusciante construyeron su primer estrellato mundial, cimentado en discos como Mother’s Milk (1989) y fundamentalmente el ya citado Blood Sugar Sex Magik. Pero a inicios de 1998 él se encontraba en un proceso de rehabilitación debido a su drogadicción producto del escape a los mareos de la fama. Mareos que lo habían llevado a dejar Red Hot Chili Peppers en 1992.
Así las cosas, la banda necesitaba la vieja dinámica que les dio sus mejores frutos; al igual que John Frusciante necesitaba un grupo de amigos que le alimentaran la creatividad para alejarse de los recientes caminos sinuosos que había recorrido.

Una banda picante reencendiendo la chispa

El aspecto visual de John Frusciante en aquella época bien podía ser interpretado como un indicio de la nueva vida que Red Hot Chili Peppers tomaría. Con un aspecto similar a un Jesús resucitado, el músico portaba pelo largo, barba tupida o ropas holgadas en la línea de lo hippie. Pues bien; metáfora cristiana de por medio, la banda resurgía y se abría a un nuevo torrente de ideas creativas. Una refundación que marcó definitivamente el sello del sonido chili pepper que identificaría, de ahora en más, gran parte de las canciones que compusieran a futuro.
Después de década y media el grupo californiano dosificaba su particular manera de tratar la mixtura del funk y el punk, para incorporar pinceladas pop y corales que Frusciante adoraba. Un sector duro de los fans nunca perdonó esa movida, pero la nueva dirección les brindó nuevos matices que permitieron crear himnos como Californication, Otherside o Scar Tissue. Igualmente, los Peppers ya contaban en álbumes anteriores con temas que pisaban firme en ese terreno, como Under The Bridge. Y el aspecto coral fue el gesto que reconocía el legado de los Beach Boys, otras de las grandes bandas que California dio al mundo. Faceta que los RHCP explorarían a fondo en sus siguientes trabajos.
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Otra premisa con la que volvió Frusciante fue la de despojar a los Red Hot Chili Peppers de lo grandilocuente que traían de One Hot Minute (1995), el CD anterior que habían grabado junto a Dave Navarro y que tenía influencias obvias de Jane’s Addiction y hasta pinceladas heavy metal a lo Black Sabbath. El guitarrista retornado aborrecía el estilo de esas canciones, a tal punto que se negó de lleno a tocar esos temas en la gira mundial que posteriormente emprendieron.
A cambio, la mayoría de las canciones partieron de melodías sencillas, tarareables por cualquier oyente y que fueron estiletazos precisos que quedaron grabados en la memoria de gran parte del público rockero. Es verdad también que, si bien se estaba recuperando de su adicción a la heroína, Frusciante aún no tenía las fuerzas al 100% en sus manos para tocar líneas demasiado virtuosas en la guitarra, por lo que antepuso la inteligencia de las notas precisas y exactas. Es sabido: menos es más.
Las sesiones de composición y grabación del que sería el séptimo disco de Red Hot Chili Peppers fueron por demás prolíficas, dando a Californication 15 canciones y quedando descartados varios temas interesantes como Quixoticelixer. La felicidad por el renacimiento de una banda que estaba al borde de la desintegración es manifiesta ya desde Around The World, el track que arranca el álbum con un bajo distorsionado y el resto de los instrumentos entrando a pura energía, con un Kiedis que recita su estado de ánimo: “La vida es hermosa alrededor del mundo”.
Pero si hay una canción que sintonizó el espíritu de época y que el mundo recogió de este trabajo; esa canción es la que le da título al CD: Californication. Un tema que es un viraje raro a los estilos que la banda manejaba. No es funk, mucho menos punk, tiene un ritmo tranquilo, pero tampoco es una balada que toque cuestiones amorosas. Más bien, tiene algún aire oriental en la melodía principal, pero aun así se erige con identidad propia.
Contó Anthony Kiedis que la letra la tenía desde antes que compusieran cualquier canción del disco, que la inspiración le vino en unas vacaciones en Tailandia donde vio los rastros de la cultura estadounidense inundando parajes tan remotos. Esas meditaciones, cuestiones como la anécdota de un encuentro con una mujer en Auckland que le habló de espías psíquicos, más alguna alegoría a Kurt Cobain; hicieron del resto de la letra una especie de reflexión paródica y crítica de la globalización hollywoodense.

Lo cierto es que la creación de la música del tema no fue nada sencilla. En un primer demo le dieron ciertos aires de reggae que bien podría haber firmado un grupo como The Police. Tanto le costó cerrar esta canción, que en los tramos finales de la grabación aún no estaba resuelta y muchos quisieron descartarla ya que tenían más de veinte para trabajar. Pero Kiedis y Frusciante le tenían fe e insistían con ella. Fue este último quien finalmente un día se inspiró para estructurar el arpegio definitivo al escuchar un tramo de la canción Carnage Visors de The Cure.
El guitarrista además compuso las partes de batería y bajo. A partir de ahí todo cuadró: Nacía uno de los máximos hits de la banda, acompañado luego por un clip que quedó en el recuerdo al emular un video game. De todos modos, primero se decidió (junto a los mánagers) elegir al corte Scar Tissue como sencillo de difusión anticipo al lanzamiento del álbum.
 

Around The World

La gira de promoción de Californication los llevó a tocar en recitales que quedaron en lo destacado de la biografía peppera. Conciertos como el Woodstock ’99 o la Plaza Roja de Moscú muestran la química rejuvenecida que los Red Hot Chili Peppers tenían. Sumado a las nuevas canciones, la banda rescató grandes temas que no estaban tocando seguido como Soul to Squeeze, Search & Destroy (cover de The Stooges) o el medley Yertle Trilogy que recuperaba lo mejor que habían creado en los ’80. Además, en esta época ofrecieron los mejores jams de su historia, con improvisaciones cargadas de groove nacidas de la conexión hermanada de Flea (quien de niño fue criado a puro jazz), Frusciante y el baterista Chad Smith.
También Argentina tuvo una prueba de los “nuevos” Red Hot Chili Peppers cuando vinieron a tocar en el Luna Park en octubre de 1999. Fue la primera vez que el público local pudo ver en vivo a John Frusciante quien le sacaba varios cuerpos de ventaja a Arik Marshall, el guitarrista que los acompañó en 1993 para su primera visita al país. La del ‘99 fue la primera de una tríada de arribos habituales con Vélez 2001 y River 2002 (este último en una época donde nadie de afuera quería venir por la tremenda crisis local) que cimentaron de lleno la idolatría que muchos jóvenes argentinos de fin y principio de siglo adquirieron por la banda oriunda de Los Ángeles.

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