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Rebellion Festival en Blackpool, Inglaterra

Porque el punk es alegría.

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Porque el punk es alegría.
Lo que comenzó casi tímidamente en 1996 bajo el nombre de Holidays in the Sun, haciendo alusión a la canción de los Sex Pistols, este festival lleva ya más de dos décadas y atrae a gente de todo el mundo a este lejano pueblo inglés. Se rebautizó como Wasted y se transformó en un show itinerante por Australia, Estados Unidos, Alemania, Japón, Italia, Holanda, el País Vasco y Austria para finalmente establecerse como Rebellion. Lo llamativo es su convocatoria justamente: miles de punks working class style se acercan a este alejado pueblo de Inglaterra para vivir unos días a puro golpe de Doc Martens, porque punk not dead. Amén.
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Este año, por ejemplo, tocan P.I.L., Buzzcocks, Stiff Little Fingers, Exploited, Lagwagon, The Adicts, Cockney Rejects, Peter Hook and the Light, Voodoo Glow Skulls, GBH, Vibrators, D.R.I, T.S.O.L., UK Subs, Dickies, entre las más de cien bandas anunciadas. No sé ustedes, pero yo ya llamé a un amigo para ver si me acompaña. El mismo amigo con el que fui al Rebellion en 2007. Otro ex Madhouse, Mariano Miramontes, que ya había ido varias veces, me convoca a la aventura “Toca Damned”, argumentó. No se hable más. Y allá fuimos. Partimos desde Londres en la estación de Euston, tomamos un súper tren hasta Preston y ahí, “un try dencito de juguete” como bromea Miramontes, hasta Blackpool. Blackpool merece todo un capítulo para sí sola. Una ciudad en la costa oeste de la isla bien al norte desde donde se puede adivinar Irlanda. Black-pool: agujero-negro. Se cree que debe su nombre a un canal de drenaje que arrastraba la turba negra de las mineras que lindaban con el pueblo y así ensuciaba el Mar de Irlanda donde desemboca. De hecho, era el lugar de veraneo de todas las familias mineras de la zona hasta que cerraron por las severas políticas laborales de Thatcher. Y ahí quedó Blackpool, estancado en los 70, un hotelito al lado del otro, un lugar gris al que difícilmente llegue el viajero si no fuera por el Rebellion. Una vez al año, el pueblo se llena de crestas de colores y da vida a este lugar dark como el carbón mismo que, ¿a quién vio nacer? Pues al mismo Robert Smith, people. ¿A qué no es de extrañar, verdad? El lugareño se enorgullece de su Blackpool Tower que no es más que una versión oxidada de la Eiffel y un parque de diversiones que hace las delicias del punkito -cuando no llueve, claro-. Hay una buena película, Viva Blackpool, que muestra cómo un nativo vuelve de Las Vegas con la idea de instaurar un complejo tal en su pueblo. Genial. (Una curiosidad entre paréntesis: se ven muchos mellizos. Gente grande, niños, hombres y mujeres por igual y resulta misteriosamente llamativo. Tanto así, que sentados con mi amigo en un bar, aprovechamos y consultamos a la madre de dos niñas idénticas que me preguntaban por los tatuajes y sí, confirmó que Blackpool era uno de los pocos sitios en el mundo -parece que hay una ciudad en Brasil también- donde se da esta particularidad. “Será el agua”, reímos.)
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Pues en este entorno se realiza el Rebellion Festival en los teatros de Winter Gardens, un espacio que ocupa casi una manzana entera, y allí se puede apreciar, además de los muchos conciertos aptos para menores (se llena de familias, realmente), una feria enorme. Además de exhibiciones de arte, escenarios de conciertos acústicos, otros para nuevas bandas emergentes, un espacio para la poesía, tatuajes, y mucha militancia vegetariana; sobre todo -como buen principio punk- independientes y DIY (do-it-yourself).
La noche anterior a viajar a Blackpool, cenamos con Miramontes, Ricky de León (ex Mal Momento que reside en la capital inglesa desde hace años y donde paro cuando voy) y unos amigos rockabilly de los chicos en el Soho para luego irnos de pubs según reza el folklore inglés (y uno es muy respetuoso de las costumbres locales, desde ya). En uno de ellos, oh sorpresa, improvisaban unas cancioncitas los mismísimos Urban Dogs, esto es: Knox de los Vibrators y Charlie Harper de UK Subs a quienes veríamos en el festival. Huelga destacar que terminamos sentados todos juntos bebiendo y celebrando porque el punk une -y bebe-.
Una vez llegados a Blackpool e instalados en el hotelito primoroso que habíamos elegido para pasar esos cuatro días, tickets en mano (habíamos pagado unas cien libras aunque ahora está 140; sí, la inflación post Brexit es tal) fuimos derecho al Winter Gardens. ¡La fauna era increíble! ¡Qué divertido es el punk! Pasamos esos días viendo bandas, paseando por el lugar, su costa, comprando los productos expuestos en el festival en fairtrade (comercio justo), aprendiendo qué marcas no debíamos usar por testear en animales, disfrutando de la amabilidad tanto del lugareño como la del visitante al Rebellion. “¡Madhouse!”, nos gritaron mientras caminábamos por los alrededores. Y ahí estaba “El alemán”, un viejo manager de Los Violadores, y el abrazo fraternal en estos contextos vale por dos. Vimos, además de quienes mejor mezclan el goth con el punk: The Damned con la ex Sisters of Mercy Patricia Morrison y esposa del cantante, los ultra glam Slade, UK Subs, The Adicts (¡qué graciosos son!), Dwarves, Cockney Rejects -de las bandas favoritas de Mariano-, Eddie and the Hot Rods, 999 (a quienes ya habíamos visto con Lurkers en Obras), The Adverts, The Business, ¡espectaculares!, The Anti-Nowhere League, los mismos Lurkers, una banda italiana que me había encantado con voz femenina al frente, Klasse Kriminale, y otros que sinceramente no registré. Todo muy Oi!, cierto, pero muy antifascista también, muy skin clase trabajadora, con sus uniformes de rigor, rude boys y adorables rude girls, modettes lookeadísimas, marcas Lonsdale y Fred Perry por doquier, tiradores, cabezas rapadas, jopos, crestas, mil y un colores en los cabellos. “¡Dave, we love you!”, le gritamos a Dave Vanian, el vampiro que canta en Damned, cuando lo cruzamos bajo la lluvia en una de las callejuelas que rodean el Winter Gardens.
La experiencia de pasar por un festival de estas características es única, realmente. No solo para el melómano y fan del género sino para cualquier alma inquieta que guste de tribus urbanas y sus hábitats. ¡Volvamos, Miramontes!
Más info en la web oficial de el evento.
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