El jazz tiene su momento especial para quien goza de su melodía y sabe perderse entre las calles de su misterio. Brad Mehldau se encuentra en una de esas calles, en algún recoveco o en algún bar de mala muerte, creando sonidos para atraer oídos dispersos.
La música de jazz, al ser una música de improvisación, puede resultar distante cuando la base del tema ejecutado parece desprenderse de su esencia. Este artista improvisa a base de su inevitable influencia por el rock.
Brad Mehldau nació en Florida, EEUU, en 1970 y fue criado en West Hartford, Connecticut. A los seis años empezó a tocar el piano y a los doce descubrió el jazz a través de un amigo que le acercó una grabación de John Coltrane.
Cuando Brad descubrió el jazz, descubrió el rock. Sabe interpretar temas de Radiohead, Jimi Hendrix, The Beatles, The Beach Boys, Nirvana, Oasis, entre tantos otros y lo hace de una manera que el viaje musical de ese sonido enigmático, invita a perderse por el mundo.
En una entrevista realizada en el año 2003, habló sobre el romanticismo y la nostalgia, vinculada al placer y al dolor existente en la expresión musical: “Me encanta la parte del mito de Orfeo donde se le permite sacar a su esposa del Hades con la condición de que la mire para el viaje por el río Styx. Cuando no puede ayudarse a sí mismo, mira hacia atrás, y ella es retirada río abajo lejos de él, alejada para siempre. La música es ese momento justo cuando él la mira: ver algo que amas por un instante que se pierde para siempre”. Con estas palabras, Brad, definió su mundo musical interior para crear ese mundo musical exterior, digno de ser escuchado por todo aquel que deseé viajar o perderse por el ecléctico mundo de sus manos.
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